Comunión de los Otros Países del V Suis

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lunes, 16 de marzo de 2015

Refutación al blog herético "Mater Inmaculata" y al hereje Padre Basilio Méramo

Por Andrés Copusianus.

Cruz de Lorena, Escudo de Armas de C.O.P.V.S.


Con este nuevo artículo voy a refutar a otros herejes, citados por el heresiarca Raúl Miguel; me refiero al grupo herético "Mater Inmaculata", liderados por Puellasurge y al hereje Padre Basilio Méramo. Refutaré pues al artículo titulado "Neomovimientos III: Dimonismo". 
Comienzan diciendo: 
"Era mi intención escribir sobre el movimiento modernista denominado Comunidad de San Egidio. Sin embargo me ha parecido más urgente hacerlo sobre otro curioso neomovimiento friquitradiiniciado por los hermanos, de sangre, más conocidos como los Hermanos Dimond, sedicentes benedictinos. La urgencia viene dada porque son mucho más peligrosos para los fieles lectores de Tradición Digital bastante ajenos, en general, a las herejías postconciliares, pero que pueden sucumbir más fácilmente, sin embargo, a otras provenientes de comunidades de apariencia tradicionalista y rigorista. Porque si para evitar una herejía se cae en otra, igualmente  sitúa al que peca contra la Fe fuera de la Iglesia, donde no hay salvación." (1)
En primer lugar notamos que por enésima vez,  estos herejes esbirros del demonio, acusan SIN PRUEBAS de que los "Dimonds no son monjes". El principal argumento de los herejes laxistas, para apoyar su apestosa herejía del "bautismo" de deseo es: "los Dimonds no son monjes". Supongamos que lo que estos herejes es cierto (y no digo que lo sea), y los Dimonds no son monjes, ¿eso qué? ¿Eso prueba acaso que el "bautismo" de deseo es verdadero sacramento? ¡Por supuesto que no! El ad hominem y la falacia del hombre de paja, son las dos principales falacias usadas por los herejes del "bautismo" de deseo para apoyar su herejía espeluznante y pestilente, con todas las letras. 
En segundo lugar, quienes son muchísimos más peligrosos que los propios modernistas (que son peligrosos en cuanto a número, pero no en cuanto a doctrina), son estos herejes inmundos y pestilentes que defienden el "bautismo" ficticio de deseo y de sangre, así como la supuesta salvación por "ignorancia invencible". Y son peligrosos, porque ellos alegan y se jactan de supuestamente obedecer el dogma católico "fuera de la Iglesia no hay salvación", pero en realidad ellos repugnan ese dogma y lo niegan palabra por palabra, en el momento que defienden la obscenidad de los "bautismos" ficticios no sacramentales. 
Continúan con sus palabras tergiversadoras: 
"Desde el donatista Lucila hasta Jansenio, pasando por el Luciferanio Vicencio, el adopcionista Elipando, cátaros y albigenses, alumbrados y quietistas y mil sectas milagreras más que trataron inútilmente de desgarrar la Túnica Inconsútil de Cristo, jamás han cesado de intentar lo imposible; por el flanco de la Tradición, también surge el peligro de estos hermanos que tratan de dividir la posición de resistencia al modernismo y destrozar la Tradición." (2)
Son palabras tergiversadoras porque ellos en primer lugar, nos confunden con los Dimonds y a su vez, nos igualan con un sinfín de herejes repulsivos. En segundo lugar, son tergiversadoras, porque sí es cierto que los Dimonds son herejes, aunque no en tan grave grado como quienes aceptan los "bautismos" no sacramentales ni mucho menos como los herejes modernistas. 
Mientras que la herejía de los modernistas es la salvación universal explícita (panteísmo/deísmo/agnosticismo) y la herejía de los creyentes de los "bautismos" ficticios es la salvación universal implícita (laxismo); la herejía de los Dimonds es un laxismo sutil, ya que ellos creen que los "herejes materiales" (la materialización herética) pueden obtener la salvación, abrazándose en la falacia de que cierto desconocimiento de la norma de fe (religión) puede salvar al hereje, pero eso NO es cierto, ya que el creyente católico está obligado a conocer las verdades fundamentales de la fe. Enseña el Magisterio de la Iglesia, en el numeral 17 de la Satis Cognitum, el Papa León XIII: 

«De que alguno diga que no cree en esos errores (esto es, las herejías que acaba de enumerar), no se sigue que deba creerse y decirse cristiano católico. Pues puede haber y pueden surgir otras herejías que no están mencionadas en esta obra, y cualquiera que abrazase una sola de ellas cesaría de ser cristiano católico».(3)

Además los Dimonds cometen la herejía babeliana, es decir, que ellos están a favor del mestizaje de las razas humanas, lo cual va en contra de la voluntad de Dios en Babel, quien separó las lenguas y naciones de la humanidad. 
Volviendo al artículo herético de "Mater Inmaculata", ellos prosiguen: 
"Los hermanos Dimond niegan la infalibilidad del magisterio ordinario de la Iglesia, proclamada en la Constitución Dogmática Filius Dei e interpretan el magisterio extraordinario de ésta, según su propia opinión vehemente, por lo que son herejes formales, públicos y notorios: Del Doctor Angélico, San Agustín, San Ambrosio, San Belarmino o de San Alfonso María de Ligorio, no aceptan su doctrina sobre el bautismo de deseo y de sangre, ni la misma enseñanza sostenida por el Concilio de Trento, el Catecismo Romano (de Trento), el Catecismo de san Pío X, ni las declaraciones al efecto de los papas Pí IX, o Pío XII, entre otros. Para estos hermanos de sangre, todo los citados antes cayeron en herejía, si bien material, por enseñar que por el bautismo de sangre y deseo se consigue la justificación, si resulta imposible el de agua." (4)
Aquí el hereje Puellasurge acusa a los Dimonds (e indirectamente a nosotros), de no seguir la Constitución Dogmática Dei Filius, del Papa Pío IX, en el Concilio Vaticano; y eso no es cierto para nada y como siempre, carecen de pruebas, cayendo en el pecado mortal y delito penal de la difamación e injurias. 
Puellasurge y sus discípulos tergiversan el dogma ex cathedra del Papa Pío IX y nos pretende hacer creer que dicha constitución afirma que el Magisterio ordinario es infalible y es igual al Magisterio infalible o extraordinario, pero eso NO es lo que dice la constitución. Veamos el texto y sigámoslo al pie de la letra, sin interpretar nada a diferencia de ellos, que aplican el libre examen protestante; dice el texto de la Constitución dogmática Dei Filius, capítulo 3, parágrafo 4:
"Por tanto, deben ser creídas con fe divina y católica todas aquellas cosas que están contenidas en la Palabra de Dios, escrita o transmitida, y que son propuestas por la Iglesia para ser creídas como materia divinamente revelada, sea por juicio solemne, sea por su magisterio ordinario y universal." (5)
 
Como se lee claramente en el texto, NO se dice que el Magisterio ordinario sea igual al Magisterio solemne, sino que simplemente dice que el Magisterio ordinario también debe ser creído; pero en ningún lugar del texto dice que el Magisterio ordinario sea infalible. ¡Sólo el Magisterio solemne o ex cathedra es infalible! Lo curioso de estos herejes, es que cuando nosotros citamos al Magisterio infalible, donde se condena al "bautismo" de deseo, ellos prefieren creer en el Magisterio ordinario que contradice al infalible; es decir, le dan características de "infalibilidad" al Magisterio que no es infalible, y al mismo tiempo, niegan la infaliblidad del Magisterio solemne. Es así que estos herejes repulsivos y apestosos, niegan la infalibilidad papal. Veamos un ejemplo, donde se condena al "bautismo" de deseo: 
Papa Pablo III, Concilio de Trento, can. 2 sobre el sacramento del bautismo, sesión 7, 1547, ex cathedra: “Si alguno dijere que el agua verdadera y natural no es necesaria en el bautismo y, por tanto, desviare a una especie de metáfora las palabras de nuestro Señor Jesucristo: ‘Si alguno no renaciere del agua y del Espíritu Santo (Juan 3, 5), sea ANATEMA” (6)
El texto claramente está condenando cualquier otro "bautismo" que no sea el de agua verdadera y natural. Sin embargo, estos herejes repugnantes NIEGAN esta condena del Concilio de Trento y prefieren en su lugar seguir la herejía material transitoria de Santo Tomás de Aquino o los falibles Catecismo de "Trento" o de "Pío X" (que ni siquiera es de Pío X). Esto en lógica se llama contradicción, así que estos herejes son contradictorios e ilógicos, porque no se dan cuenta de que el Magisterio infalible o solemne está por encima del Magisterio ordinario o común, y si este último contradice al primero, debe creerse siempre al primero. De lo contario se cae en una herejía contradictoria y estúpida. 
Prosigue el hereje Puellasurge: 
"Huelga decir que estos hermanos han “excomulgado” a la FSSPX, a todos los que usan el Misal Tradicional de Juan XXIII, a la llamada resistencia de mons. Willamson, a los sacerdotes denominados de la ”inhóspita trinchera” e incluso a todos los sedevacantistas que siguen la tesis del papa materialiter de Casiciacum, que son la mayoría, y  a todos los sedevacantistas conclavistas y por supuesto, faltaba más,  a todo lo que se mueve en el monte." (7)
 Y bien que hacen, ya que todos esos grupos son heréticos y los únicos verdaderos católicos estamos en el Foro V SUIS, siguiendo al Papa Bonifacio X.
Dice Puellasurge: 
"Por desgracia algunas familias tradicionales, sobre todo donastistas aunque no  sepan en que consiste esa herejía, están cayendo en sus fauces a través de internet. La apariencia de purismo doctrinal superficial de estos hermanos conduce a sus lectores más fanáticos y puritanos a la castración de la Fe católica en sus almas creyendo, insensatamente, que son mejores seguidores de Cristo; se parecen en eso al gran erudito Orígenes que, obstinado en la literalidad de las palabras, en lugar de atender al Magisterio, se castro a sí mismo aquellas partes que le parecieron más propicias al pecado, por la concupiscencia de la carne, para al final de su vida castrar la Fe católica terminando sus días abrazado a una aberrante herejía.
¿Pero qué sabemos de estos hermanos: Peter y Michael Dimond?  Su inicial líder fue un “visionario”, Joseph Natale, quien entre otras locuras y cosas estúpidas profetizó el fin del mundo para el año 1999 (…). Refundaron  “un monasterio apocalíptico originalmente del “profeta” Joseph Natale, supuestamente benedictino – es dudoso que hiciera los votos y muchos aseguran que era un simple seglar- cuyos miembros hasta hace poco suman…. dos; ellos mismos. Han tenido una larga batalla ante la justicia en USA y finalmente un alto Tribunal, no de la Iglesia, sino civil,  de la nación que lidera la apostasía de la Tierra, los Estados Unidos de América,  ha sentenciado en su favor diciendo que, en efecto, “son benedictinos”, sicut dixit Sodoma. Está sub judice aún, si en estos meses no se ha resuelto,  la sentencia sobre una demanda contra ellos por desfalco de un millón seiscientos mil dólares.
De aquellas monjas del monasterio jansenista de Port Royal se decía que “eran puras como ángeles pero más soberbias que demonios” ¿No se podría decir lo mismo de quien piensa que San Agustín, Santo Tomás de Aquino o San Ambrosio eran herejes materiales y que el catecismo de Trento y el de San Pío X contienen herejías?
Los Dimond son famosos por su posición “ultra-sedevacantista” y critican con severidad a la FSSPX por celebrar la misa tradicional con el Misal de Juan XXIII, pero al mismo tiempo, cabe preguntarse ¿de dónde obtiene Peter Dimond los sacramentos? Recibe los Sacramentos de la Iglesia conciliar del Rito Bizantino, a la que él mismo declara herética y cismática (¡eso es coherencia, sí señor!). Una de las más graves contradicciones de los Dimond es su contemporización con el clero conciliar del rito bizantino en Nueva York; comunidad plagada de marranos y azkenasis “conservadores”, destacando  entre ellos la mundialista María Livanos, sospechosa (no se sabe con certeza) del saqueo de los archivos de Malachi Martin. De ellos se puede decir en su favor que son laboriosos en recopilación, amanuenses selectivos y grandes artistas para esconder lo que los contradice, y que, a su vez, usan de la libre interpretación protestante de las Sagradas Escrituras y del Magisterio de la Iglesia, para seducir a incautos que no han aprendido el catecismo de San Pío X o niegan su doctrina o la ponen en duda. Sobre ellos recae la misma excomunión hecha por el Papa Pío XII  al Padre Feeney por el decreto del 13 de febrero de 1953, toda vez que sostienen la misma herejía.
Me ha parecido al efecto de exponer la verdadera doctrina del Bautismo no escribir, sino publicar algo escrito por otros y en este caso, por el padre Basilio Méramo que no es nada sospechoso de ser un secundovaticasnista y en el cual refuta a esto hermanos de sangre. Les dejo con su texto al efecto:" (8)
Como siempre los herejes repulsivos difaman a los Hermanos Dimond, pero sin pruebas de que "no sean monjes", porque que el gobierno de Nueva York los reconozca, no quita el hecho de que también sean monjes válidos según las leyes eclesiásticas, aunque infelizmente en la actualidad se encuentren en herejía.
Sobre el caso Feeney, me atengo a lo explicado en mi artículo anterior, donde se verá que todos los que siguen el "bautismo" de deseo, son en verdad seguidores del hereje Monseñor Richard Cushing, un JUDAIZANTE, infiltrado en el Santo Oficio. Además, los Dimonds con los problemas de los Dimonds, pero nosotros no seguimos ningún rito bizantino, sino el rito tridentino.
A continuación, el hereje Puellasurge ha citado al hereje Méramo, así que yo citaré a Lord Stob, quien refuta a Méramo en el Foro V SUIS (9):
Ahora sí, paso a refutar el artículo del P. Méramo:
P. Basilio Méramo escribió:Uno de los problemas del hereje, es no sentir y pensar según la Iglesia y tomar una parte de su doctrina, desarmonizándola del resto y convirtiéndola cual tumor cancerígeno, en contra del resto del organismo.
Los dogmas y verdades de la Iglesia, no solo hay que aceptarlos, sino que se deben interpretar según el sentido exclusivo de la Iglesia y no del criterio particular; por eso la Iglesia es maestra infalible única y exclusiva de la verdad revelada.
Hasta aquí totalmente de acuerdo; nada que disentir.


P. Basilio Méramo escribió:El hereje siempre vulnera de algún modo este principio, y este es el caso de los hermanos Dimond, que retoman la herejía del Padre Feeney que los lleva, a raíz de una mala interpretación rigorista del dogma de la Iglesia: Extra Ecclesiam nulla salus, a negar el bautismo tanto de deseo (bautismo flaminis) como el de sangre o martirio (bautismo sanguinis); para únicamente aceptar el bautismo de agua (fluminis) como único medio de salvación.
Aquí ya comienza a decir errores heréticos; el hereje es él, porque el dogma dice: "extra ecclesiam nulla salus", y para entrar a la Iglesia se necesita el bautismo de AGUA, como ya he demostrado precedentemente; pero él se inventa "bautismos" ficticios: flaminis y sanguinis, lo cual CONTRADICE el dogma.
El bautismo fluminis es el único bautismo sacramentalmente válido que existe; sólo por el bautismo se ingresa a la Iglesia, tal como dice la Biblia:

Jesucristo escribió:"El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado."
Marcos 16:16

P. Basilio Méramo escribió:Ante la actual herejía modernista, a partir del atípico Concilio Vaticano II, o mejor, Conciliábulo no infalible y por lo mismo desnaturalizado en su esencia, se cree y afirma la salvación de todos o que todos se salvan. Ante esta herejía, los hermanos Dimond entre otros, pretenden combatirla afirmando el dogma Extra Ecclesiam nulla salus, de una manera rigorista, que fue condenada en época de Pío XII y llegan al extremo de negar el bautismo tanto de deseo como el del martirio.
La actual herejía modernista conste que no inició con el Conciliábulo Vaticano II, sino que ya desde finales del siglo XIX comenzaron a entrar infiltrados a la Iglesia, para intentar destruirla por dentro y comenzar a difundir la herejía de que puede haber salvación fuera de la Iglesia. San Pío X, combatió el modernismo y por eso hizo el famoso juramento anti-modernista e incluso dijo su famosa frase:

Papa San Pío X escribió:El modernismo es el compendio de todas las herejías.
Infelizmente San Pío X no pudo detener el modernismo, y su sucesor Pío XI (el Papa Fascista) tampoco y Pío XII menos, quien fue el último Papa, y de hecho, creo que podría decirse, sin pretender faltarle el respeto al último Santo Padre, que Pío XII no fue muy enérgico que digamos en combatir al modernismo, pero bueno, fue una época complicada la que el Santo Padre tuvo que vivir: la época de la II Guerra Mundial, en la cual se estaba librando una verdadera Cruzada de los buenos católicos (como por ejemplo los de la División Azul) en contra de los malvados comunistas de la Unión Soviética, esto en la denominada Operación Barbarroja.
¡Qué impresionantes que fueron las Cruzadas del siglo XX! De las tres grandes cruzadas que hubieron, los católicos sólo pudimos ganar una: que fue la Cruzada Española contra los comunistas republicanos anti-españoles, pero perdimos (los católicos del Eje) la Segunda Guerra Mundial, y luego la Guerra de las Malvinas, cuando ya estaba el modernismo. Es claro notar cómo alguien que mira los hechos históricos desde afuera, por ejemplo, un ateo; el mismo notaría como que después de 1958, la Iglesia cambió, porque pasó de una Iglesia que abiertamente apoyaba la Monarquía y el Fascismo, a una Iglesia silenciosa en cuanto los hechos del pasado y que cada vez menos enérgicamente condenaba al comunismo, y en una suerte de cripto-comunismo, comenzaba a hablar excesivamente de "justicia social" y "opción preferencial por los pobres" (Pío XII apoyaba la "opción preferencial por los nobles", o sea, a favor de la monarquía, la nobleza y las élites tradicionales, como puede leerse y entenderse en el libro "Revolución y Contrarrevolución" de Plínio Correa de Oliveira). Así este hecho sería aparentemente un argumento a favor del ateísmo, o incluso a favor del protestantismo, porque ellos dirían: "ustedes antes del Concilio Vaticano II decían una cosa, y hoy después de ese Concilio, dicen otra totalmente opuesta; por lo tanto, ustedes son unos mentirosos y su Iglesia es falsa". Y realmente, los ateos y los protestantes, si eso fuera cierto, tendrían toda la razón y nuestra Iglesia sería un fraude; PERO sucede que en realidad, lo que ocurrió en el Vaticano II, e incluso antes, con la misma elección de Angelo Giuseppe Roncalli fue un impresionante CISMA, un cisma tan grande en el cual la mayoría de los cardenales, obispos y sacerdotes, decidieron pasarse a esa nueva Iglesia falsa cismática, en lugar de continuar en la Iglesia católica. ¡Eso es lo que ocurrió en realidad! Y el que dice otra cosa, como los payasos de la FSSPX...¡le están dando la razón a los ateos y protestantes!, porque cómo la Iglesia un día va a decir una cosa como dogma infalible, y luego, al otro día dice: "nos equivocamos, no habíamos comprendido, después de dos mil años, recién ahora tenemos la respuesta verdadera"...Eso es lo que pasó en resumidas cuentas, y por eso, es que hay que comprender que la Iglesia del Vaticano II es OTRA Iglesia, una Iglesia FALSA, que NO es la católica, pero que usurpa la denominación de "católica" y usurpa la Santa Sede, y la mayoría de las sedes de los cardenalatos, arzobispados, diócesis, parroquias, etcétera.
La Iglesia Católica siempre ha dicho (y siempre dirá) el dogma de que "fuera de la Iglesia no hay salvación", pero en cambio, la falsa Iglesia Vaticana, fundada por Giuseppe Roncalli (el masón iluminati y judío), cree en la salvación de todos los hombres y por ende, en la negación del bautismo, y por eso es que defienden esos otros "bautismos" no sacramentales. Esto es en realidad un neo-pelagianismo, porque Pelagio fue un heresiarca que negaba que Adán tuviera pecado original, y eso es lo que hace negar el bautismo; basta leerse cualquier encíclica de estos Antipapas modernistas para ver cómo ellos creen en la salvación de cualquiera y cómo idolatran al hombre, o sea, llegan hasta la apostasía, negando la divinidad de Cristo y poniendo al hombre en su lugar. Los supuestos "tradicionalistas" o supuestos "sedevacantistas" que se inventan esos "bautismos" ficticios, en realidad no son tan diferentes de los modernistas del Vaticano; son un poco más estrictos si se quiere, pero aún así, siguen negando el dogma "fuera de la Iglesia no hay salvación"; por eso es que el modernismo, al ser el "compendio de todas las herejías", tiene como su gran componente herético el pelagianismo, el cual además sigue sosteniendo la antigua ley mosaica, que es exactamente lo mismo que hacen los del Vaticano II. Ahí está la actual herejía modernista-pelagiana, que es una herejía terriblemente pecaminosa, porque desprecia el santo bautismo que es la puerta de ingreso a la Iglesia. Oponerse al bautismo es oponerse a la Iglesia y oponerse a la Iglesia es oponerse a Dios. Así de clarito.
Segunda parte de la refutación de Lord Stob (10):
Seguiré entonces analizando el escrito de Méramo:
P. Basilio Méramo escribió:Por eso tenemos que decir con la Iglesia que siempre ha enseñado: “Admito y abrazo firmísimamente las tradiciones de los Apóstoles y de la Iglesia y las restantes observancias y constituciones de la misma Iglesia. Adhiero igualmente la Sagrada Escritura, conforme al sentido que sostuvo y sostiene la santa madre Iglesia, a quien compete juzgar el verdadero sentido e interpretación de las Sagradas Escrituras, ni jamás la tomaré e interpretaré sino conforme al sentir unánime de los Padres”. (Dz. 995).
De acuerdo, eso es lo que defendemos los católicos, tal como usted lo explica, citando al Denzinger.

P. Basilio Méramo escribió:Como lo dice el decreto del Santo Oficio, el Padre Feeney al interpretar de una manera rigorista que deforma el dogma de fe Extra Ecclesiam nulla salus, haciendo alusión a la Encíclica Mystici Corporis, reprueba tanto a los que niegan la salvación eterna a todos los que están unidos (incorporados) a la Iglesia por el deseo implícito, como a los que falsamente afirman que todos los hombres pueden ser salvados por igual en cualquier religión. Tenemos, así, dos errores extremos que están condenados; y ese es el problema de los hermanos Dimond, que en su sedevacantismo visceral, extremo, dogmático, categórico, apriorístico y dialéctico, no tengan mejor fundamento, que el apoyarse y retomar la herejía del P. Feeney, interpretando mal el dogma: Extra Ecclesiam nulla salus (Fuera de la Iglesia no hay salvación), al punto de llegar a negar el bautismo tanto de deseo como de sangre. Bástenos para ver semejante error conocer lo que la Iglesia dice y enseña sobre el asunto.

Bien, bien, bien...Llegamos al quid de la cuestión, a lo que los herejes usan como "arma de destrucción masiva", para intentar destruir el dogma inmutable y perenne de la Iglesia católica, que defiene quién es quién y quién está dentro y fuera de la misma, y cómo se ingresa a Ella. El Padre Leonardo Feeney, si bien cometió algunos errores (como todo el mundo, incluyéndome a mí mismo, obviamente, que gracias a Dios, me he dado cuenta de estas verdades absolutas, que ahora defiendo con alegría y esperanza de que alguien las lea y se dé cuenta de la realidad y así se convierta), fue un jesuita de los buenos (un verdadero jesuita con todas las letras, no como otros tantos impresentables que andan por ahí...), que simplemente se limitó a hacer la gran cosa de defender el dogma "fuera de la Iglesia no hay salvación"; aunque en realidad, como es lógico, ese dogma no tiene que ver con el caso del padre Feeney, es decir, son dos cosas totalmente independientes, pero los herejes...se aprovechan con el parecido y apelan al ad hominem, sólo para distraer la atención y tergiversar el dogma. Por cierto, esto es anecdótico, pero yo me enteré de la existencia del Padre Feeney, leyendo el libro de los hermanos Dimond "Fuera de la Iglesia no hay ninguna salvación", en el capítulo 26, después que yo aceptara el dogma "fuera de la Iglesia no hay salvación"; lo curioso en mi caso, es que yo antes de ser católico verdadero y adaptar la posición sedevacante, yo ya no aceptaba los bautismos de "deseo" y "sangre"; luego, un poco antes de ser sedevacantista, por poco caigo en esa herejía, pero en lugar de dejarme llevar por las pasiones y sentimientos, me dejé llevar por el Espíritu Santo, y gracias a una ayudita de una amiga, me di cuenta de que la Santa Sede está vacante...Pero claro, ¡nada de esto tiene que ver con el Padre Feeney! El caso de él es sólo otra anécdota más, de cómo la verdad es perseguida por la mentira institucionalizada.
Los hermanos Dimond entonces, en el capítulo 26 de su libro explican bien el caso Feeney, diciendo lo siguiente:

Hno. Pedro Dimond escribió:
El Padre Feeney se hizo famoso por su posición pública a favor del dogma fuera de la Iglesia católica no hay salvación en las décadas de los años 1940 y 1950. La mayoría de las personas no se dan cuenta que, ya en esa época, la mayoría de los obispos del mundo no eran tradicionalistas acérrimos. La mayoría de los obispos del mundo ya habían abrazado la herejía del indiferentismo, lo que explica por qué la mayoría de ellos firmaron los documentos heréticos del Vaticano II poco tiempo después. Ellos habían abrazado la idea herética de que la “ignorancia invencible” salva a los que mueren como no católicos, como lo he discutido en algunas secciones anteriores. Por ello es fácil detectar la herejía contra el dogma en la mayoría de los manuales y textos de teología desde comienzos del siglo XIX. De hecho, en su época, el P. Feeney escribió a todos los obispos del mundo acerca del dogma fuera de la Iglesia no hay salvación y sólo recibió tres respuestas positivas. En otras palabras, sólo TRES de los obispos del mundo en ese tiempo manifestaron una creencia positiva en el dogma fuera de la Iglesia católica no hay salvación tal como había sido definido. No es de extrañar que el Vaticano II haya sido aprobado prácticamente sin resistencia por el episcopado.
 
El P. Feeney creía y predicaba el dogma – tal como había sido definido – públicamente en Boston. Él creía y predicaba que si un hombre no abrazare la fe católica – sea judío, musulmán, protestante o agnóstico – él perecerá eternamente en el infierno. Muchos se convirtieron, y muchos se enojaron. Él tenía no pocos enemigos, en especial entre los cada vez más en número de modernistas, políticamente correctos y entre el clero comprometido.
 
Uno de sus principales enemigos fue el arzobispo de Boston, Richard Cushing, un hombre del año B’nai Brith (masón judío), que decía que el dogma fuera de la Iglesia católica no hay salvación era una “tontería”. En abril de 1949, Cushing silenció al P. Feeney y puso en interdicto al Centro San Benito (el apostolado afiliado al P. Feeney). La razón dada por Cushing fue de “desobediencia”, pero la verdadera razón era la posición pública del P. Feeney a favor del dogma fuera de la Iglesia católica no hay salvación. Ello no se debió a la posición del P. Feeney en contra de la teoría del bautismo de deseo, ya que esta no fue publicada por primera vez hasta 1952. El descontento de Cushing con el P. Feeney se basó estrictamente en la posición del P. Feeney a favor del dogma definido de que sólo los católicos – y aquellos que se convierten en católicos – se pueden salvar.
 
Cushing estaba aliado con otros clérigos herejes de Boston, el área donde estalló la controversia. El P. John Ryan SJ, director del Instituto de Educación de Adultos de la Universidad de Boston, declaró en otoño de 1947: “No estoy de acuerdo con la doctrina del P. Feeney sobre la salvación fuera de la Iglesia”[581]. El P. Stephen A. Mulcahy SJ, decano de la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Boston, la designó como: “La doctrina del P. Feeney de que no hay salvación fuera de la Iglesia”[582]. Y el P. J.J. McEleney SJ, provincial de la provincia de New England de la Compañía de Jesús, le dijo al P. Feeney en una reunión personal, que se le estaba ordenando transferirlo a la Universidad de Holy Cross debido a “su doctrina”[583]. El P. Feeney respondió rápidamente: “¿Mi doctrina sobre qué? A lo que el P. McEleney respondió: “Lo lamento, no podemos hablar de eso”.
 
Desde el principio, estos clérigos caídos se unían más bien en torno al tema del P. Feeney que por la verdadera razón que estaba por detrás. Esto les permitió centrarse en el P. Feeney [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]e ignorar a Jesucristo, de cuya doctrina se trataba.[/b]
 
Papa Pío IX, Nostis et nobiscum, # 10, 8 de diciembre de 1849: “En particular[b style="mso-bidi-font-weight:normal"] hay que procurar que los mismos fieles tengan fijo en sus almas y profundamente grabado el dogma de nuestra santa religión de que es necesaria la fe católica para obtener la eterna salvación. (Esta doctrina recibida de Cristo[/b] y enfatizada por los Padres y Concilios, también está contenida en las fórmulas de profesión de fe usadas por los católicos latinos, griegos y orientales)”[584].
 
Estos herejes no se daban cuenta que al despreciar un dogma definido como siendo algo de invención del P. Feeney es blasfemo y severamente deshonesto. Pero Dios no puede ser burlado. Vemos que lo mismo sucede hoy día, de manera especialmente rampante entre los llamados tradicionalistas. Pero volveré a este punto.
 
El 2 de diciembre de 1948, el presidente del Colegio de Boston, el P. William L. Keleher SJ, tuvo una entrevista con el Dr. Maluf, quien era un aliado del P. Feeney en su posición a favor del dogma. El P. Keleher declaró:
 
El P. Feeney recurrió a mí al principio de esta situación y me habría gustado haber hecho algo dejando claro que yo no estaba de acuerdo con su doctrina sobre la salvación (…) Él (el P. Feeney) seguía repitiendo frases como fuera de la Iglesia no hay salvación’”[585].
 
Cuando Maluf (un miembro de la facultad del Colegio de Boston) respondió que esta “frase” es un dogma definido, el P. Keleher dijo:
 
Los teólogos del Seminario de San Juan y el Colegio Weston disienten de la doctrina del Padre Feeney sobre la salvación de los no católicos[586].
 
Pues este es en breves palabras el caso del Padre Feeney. El Padre Feeney sostenía, como había sido definido, que no hay salvación para los que mueren como no católicos. Sus adversarios, incluyendo el P. Keleher (presidente del Colegio de Boston), el arzobispo de Boston, los sacerdotes del Colegio de Boston, y los “teólogos” del Seminario de San Juan, sostenían una doctrina diferente “sobre la salvación de los no católicos”. Esta fue la batalla. Esa fue la línea divisoria. Se estaba de un lado o del otro. Se creía que no había salvación para los que mueren como no católicos o se creía que había salvación para los que mueren como no católicos. Permítaseme recordar brevemente al lector de qué lado se encuentra la Iglesia católica.
 
Papa Gregorio XVI, Summo iugiter studio, # 2, 27 de mayo de 1832:
“[b style="mso-bidi-font-weight:normal"]Finalmente, algunas de estas personas descarriadas intentan persuadirse a sí mismos y a otros que los hombres no se salvan sólo en la religión católica, sino que incluso los herejes pueden obtener la vida eterna[/b]”[587].
 
Un sacerdote jesuita de la nueva religión del Vaticano II describe magistralmente cómo fue la escena cuando “el Caso de la Herejía de Boston” (es decir, si sólo los que mueren como católicos pueden salvarse) estalló a la vista del público durante la Semana Santa de 1949.
 
Mark S. Massa, “SJ”, Los Católicos y la Cultura Americana, p. 31: “El Caso de Herejía de Boston estalló a la luz pública durante la Semana Santa de 1949. Los despidos de los discípulos de Feeney del Colegio de Boston fue la noticia de primera plana en todo el noreste: el New York Times inició una serie sobre Feeney y su grupo, y las revistas Newsweek, Life, y Time publicaron artículos sobre los ‘disturbios’ de Boston. En el que es quizás el día santo más solemne del calendario católico, el Viernes Santo, los Feeneyistas (sic) se colocaron afuera de las parroquias de Boston portando carteles advirtiendo la inminente subversión de la verdadera doctrina por los mismos líderes de la Iglesia y vendiendo la última edición de Desde los Tejados. Como un estudiante del evento observó, la cuestión de la salvación remplazó a los Red Sox como tema de conversación en los bares de Boston, y todo el que fuese visto usando un cuello romano se convertía en un ‘protagonista’ potencial en la historia. El único suceso que los historiadores de la Iglesia podrían imaginar como hecho análogo fue el de Constantinopla en el siglo cuarto, donde las muchedumbres tumultuosas batallaron en las calles sobre la definición de la divinidad de Jesús, y las frases teológicas griegas se convirtieron en lemas entre los contrincantes”[588].
 
El 13 de abril de 1949, el P. Keleher (presidente del Colegio de Boston) despidió al Dr. Maluf, a James R. Walsh y a Charles Ewaskio de la facultad del Colegio de Boston por acusar al colegio de herejía contra el dogma fuera la Iglesia no hay salvación. En su declaración a la prensa, del 14 de abril, donde explicó la razón de sus despedidos, el P. Keleher dijo:
 
“Ellos continuaron hablando en las clases y fuera de las clases sobre cuestiones contrarias a la enseñanza tradicional de la Iglesia católica, ideas conducentes al fanatismo y la intolerancia. Su doctrina es errónea y como tal no puede ser tolerada en el Colegio de Boston. Se les informó que debían dejar de enseñar aquello o salir de la facultad”[589].
 
No se puede dejar de notar el doble lenguaje del P. Keleher: estos hombres fueron despedidos por ideas conducentes a la intolerancia, que no podían ser toleradas. Si aquí la falsa doctrina es la intolerancia, como indica el P. Keleher, entonces él se estaría condenando por su propia boca. Por otra parte, no se puede pasar por alto la aseveración desvergonzada del P. Keleher de que “su doctrina (es decir, el dogma solemnemente definido de que los que mueren no católicos no se pueden salvar) es errónea”. Por esta declaración, Keleher está afirmando que la doctrina de la Iglesia (que no hay salvación fuera la Iglesia) es errónea y de ninguna manera es suya. Este fue el tipo de carácter herético, anticatólico que estaba confabulado con el arzobispo Richard Cushing en el esfuerzo de aplastar la predicación del dogma por el P. Feeney.
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Este fue el principio del fin, por así decirlo, como se verá cuando analicemos las consecuencias en Boston por causa de su traición al dogma fuera la Iglesia no hay salvación.
 

En fin, según los herejes "la intolerancia no puede ser tolerada"....Jajaja...¡Típico progres!, con sus típicas contradicciones. Con esto vemos claramente, cómo fue el caso del Padre Feeney, perseguido, insultado y difamado por los HEREJES modernistas de Estados Unidos, por un clero ya muy corrompido; y que fue por esa corrupción en el clero, por ese LAXISMO que no hubo resistencia a la elección (falsa) de Angelo Giuseppe Roncalli ni al Conciliábulo Vaticano II. Ciertamente el Gran Cisma del siglo XX no fue de la noche a la mañana, sino que ya desde fines del siglo XIX, el laxismo estaba corrompiendo al clero.
Tercera parte de la refutación a Méramo (11):
Antes de pasar a lo siguiente, voy a hablar un poco de la encíclica Mystici Corporis Christi de Pío XII, que es usada erróneamente como argumento a favor de los "bautismos" ficticios. Según los herejes, dicha encíclica les da la razón, pero es falso y el fragmento que a ellos les encanta citar es el siguiente:
Papa Pío XII escribió:“Esta Nuestra solemne afirmación deseamos (…) a todos y a cada uno de ellos a que, rindiéndose libre y espontáneamente a los internos impulsos de la gracia divina, se esfuercen por salir de ese estado, en el que no pueden estar seguros de su propia salvación eterna; pues, aunque por cierto inconsciente deseo y aspiración están ordenados al Cuerpo místico del Redentor, carecen, sin embargo, de tantos y tan grandes dones y socorros celestiales, como sólo en la Iglesia católica es posible gozar”
Ahí NO dice que el "bautismo" de deseo o de sangre es válido; es un pasaje de defensa blando del dogma, pero aún así, no le da la razón a los herejes, porque dice que los que tienen el deseo de entrar al Cuerpo místico del Redentor, siguen careciendo de tantos y grandes dones y socorros celestiales, los cuales sólo los podrá obtener y gozar en la Santa Iglesia católica. NO admite el "bautismo" de deseo. El hermano Pedro Dimond lo explica así:
Hno. Pedro Dimond escribió:(...) No hay duda que la declaración de Pío XII en el pasaje arriba – incluso traducido correctamente –todavía es patéticamente débil, y abre la puerta para que los herejes liberales aseveren que él hizo suya la herejía de que los no católicos pueden salvarse por su deseo inconsciente de la fe católica. Su debilidad muestra la mentalidad de un hombre que permitió durante su reinado correr desenfrenadamente la herejía contra el dogma fuera la Iglesia no hay salvación en los seminarios, textos teológicos y catecismos, aunque no fuera enseñado explícitamente por él. Pío XII no debió haber dicho nada sobre el supuesto deseo y aspiración inconsciente de los no católicos, aunque tampoco afirmase que tales podrían salvarse. Todo el mundo sabe que incluso la mención de tal cosa hace que los modernistas saliven como perros sobre una comida sabrosa. Pío XII debió haberse dirigido a los no católicos a la manera del Papa León XII, y debería haber reafirmado a la manera de Gregorio XVI que los no católicos ciertamente perecerán si no tienen la fe católica.
Eso entonces convierte al Papa Pío XII en un blando defensor de la fe, pero NO en un hereje como sí lo son los modernistas liberales. Y además, en la misma encíclica él dice algo digno de ser citado:
Papa Pío XII escribió:“[b style="mso-bidi-font-weight:normal"]Pero entre los miembros de la Iglesia, sólo se han de contar de hecho los que recibieron las aguas regeneradoras del bautismo y profesan la verdadera fe[/b]”
Eso reafirma que Corporis Mystici Christi NO dice lo que los herejes les gustaría que dijera; y además en la Encíclica Mediator Dei, de después de la guerra, el 20 de noviembre de 1947, dice:
Papa Pío XII escribió:“[b style="mso-bidi-font-weight:normal"]Así como el bautismo distingue a los cristianos y los separa de aquellos que no han sido lavados en el agua purificadora y no son miembros de Cristo, [/b]así el sacramento del orden distingue a los sacerdotes de todos los demás cristianos no consagrados”
Es decir que Pío XII separa claramente los que han sido iniciados en la fe, de los que no, así como los que han sido consagrados al sacerdocio, de los que no. Además en Humani Generis, de 1950, en el numeral 27, el Papa Pío XII dijo:
Papa Pío XII escribió:“Algunos no se consideran obligados por la doctrina – que, fundada en las fuentes de la revelación, expusimos Nos hace pocos años en una encíclica –, según la cual el Cuerpo místico de Cristo y la Iglesia católica romana son una sola y misma cosa. [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]Otros reducen a una mera fórmula la necesidad de pertenecer a la verdadera Iglesia para conseguir la salud eterna[/b]”
Esto destroza los argumentos heréticos liberales, porque condena precisamente esa herejía de la posibilidad de salvación fuera de la Iglesia, ya que dice que NO es una mera fórmula, sino que el dogma "fuera de la Iglesia no hay salvación" es algo real, verdadero y literal; y entonces, si no se entra a la Iglesia, no se puede conseguir la salud eterna o salvación.
Sobre Pío XII, el último Vicario de Cristo, el hermano Dimond concluye:
Hno. Pedro Dimond escribió:También hay que señalar que a pesar de que el Papa Pío XII no enseñó que los no católicos podían estar unidos a la Iglesia y salvarse por un “cierto inconsciente deseo y aspiración”, si lo hubiera hecho, habría enseñado la herejía – una herejía refutada por sus propias declaraciones anteriores. Como nos dice San Pablo, “Pero aunque nosotros o un ángel del cielo os anunciase otro evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea anatema” (Gál. 1, Cool. El problema con el Papa Pío XII, sin embargo, no fue principalmente lo que él dijo sobre este dogma, sino lo que él no dijo, y más específicamente, lo que él permitió que ocurriera con el dogma fuera la Iglesia no hay salvación y el Padre Leonard Feeney, S.J, sea por silencio o negligencia (y tal vez por el apoyo directo). Lo que él permitió que ocurriera fue un delito tan grave que no se puede medir. Lo que él permitió que ocurriera resultó ser un escándalo incalculable para los fieles y un impedimento para la salvación de millones de almas en sus días, y para las generaciones venideras.

Entonces dice el Padre Méramo:

P. Basilio Méramo escribió:El Papa Pablo III (1534-1549), en el Concilio de Trento, afirma refiriéndose a la justificación del impío o paso del estado de pecado en el que se nace al estado de gracia: “Paso, ciertamente, que después de la promulgación del Evangelio, no puede darse sin el lavatorio de la regeneración [Can. 5 sobre el baut.] o su deseo, conforme está escrito: Si uno no hubiere renacido del agua y del Espíritu Santo, no puede entrar en el reino de Dios [Ioh, 3, 5]“. (Dz. 796).

O sea, Méramo cita al Papa Pablo III en el Sacrosanto Concilio de Trento y según él y su "comprensión lectora" ahí dice que se acepta el "bautismo de deseo", pero no es así y paso inmediatamente a demostrarlo. Esa cita es de la sesión 6, del capítulo IV, del Sacrosanto Concilio de Trento, entre los años 1534 y 1549 después de Cristo, en pleno siglo XVI; y aquí debemos tener en cuenta dos cosas:
1- La palabra "o", puede significar tanto "o" como "y", y en este contexto significa "y"; no debemos sacar las cosas fuera de contexto.
2- Si el Concilio hubiese querido decir "o", debió haber usado la contundente expresión "o bien"; esto es lógica pura.
El hermano Dimond lo explica excelentemente:

Hno. Pedro Dimond escribió:
Pero ¿qué hay de los que reivindican el bautismo de deseo?: que el uso de la palabra “o” (en latín: aut) en el pasaje anterior significa que la justificación puede ocurrir por el agua del bautismo o su deseo. Una mirada cuidadosa de la traducción correcta de este pasaje muestra que esta afirmación es falsa. Suponga que yo dijera, “Esta ducha no puede ocurrir sin el agua o el deseo de tomar una”. ¿Significa esto que una ducha puede ocurrir por el deseo de tomar una ducha? No. Significa que ambas (el agua y el deseo) son necesarias.
 
O supongamos que yo dijera, “No puede haber una boda sin una novia o un novio”. ¿Significa esto que puede haber una boda con un novio y sin una novia? Por supuesto que no. Significa que ambos son necesarios para la boda. Se pueden dar cientos de otros ejemplos. Asimismo, el pasaje antes citado de Trento dice que la justificación NO PUEDE OCURRIR SIN el agua o el deseo; en otras palabras, que ambos son necesarios. ¡No dice que la justificación ocurre ya sea por el agua o el deseo!
Es análogo al ejemplo que yo ponía del zoológico, es decir, que es ilógico el "bautismo" de deseo, porque con el mero deseo de tal cosa, no se obtiene la cosa, sino que hay que actuar. El bautismo se obtiene entonces con el agua Y el deseo; ¡eso es lo que realmente está diciendo el Concilio!
Cuarta parte de la refutación a Méramo (12):
Pero continuando con lo anterior, el hermano Pedro nos brinda una explicación académica, del idioma latín, con el significado correcto de la palabra "aut" y su contexto en el Concilio, apelando incluso a una especialista en la materia; veamos íntegramente lo que él nos explica en el libro "Fuera de la Iglesia no hay ninguna salvación":

Hno. Pedro Dimond escribió:
AUT” ( O ) ANTES SIGNIFICABA “Y” EN EL CONTEXTO DE LOS CONCILIOS
 
De hecho, la palabra latina aut (“o”) se utiliza de forma similar en otros pasajes del Concilio de Trento y de otros Concilios. En la famosa bula Cantate Domino del Concilio de Florencia, encontramos la palabra latina aut (“o”) usada en un contexto que sin duda hace que signifique “y”.
 
Papa Eugenio IV, Concilio de Florencia, “Cantate Domino”, 1441, ex cathedra:
“[La Santa Iglesia romana] Firmemente cree, profesa y predica que nadie que no esté dentro de la Iglesia católica, no sólo los paganos, sino también judíos [b style="mso-bidi-font-weight:
normal"]o [aut] [/b]herejes y cismáticos, puede hacerse partícipe de la vida eterna, sino que irán al fuego eterno que está aparejado para el diablo y sus ángeles (Mat. 25, 41), a no ser que antes de su muerte se uniere con ella; y que es de tanto precio la unidad en el cuerpo de la Iglesia que sólo a quienes en él permanecen les aprovechan para su salvación los sacramentos y producen premios eternos los ayunos, limosnas y demás oficios de piedad y ejercicios de la milicia cristiana. Y que nadie, por más limosnas que hiciere, aun cuando derramare su sangre por el nombre de Cristo, puede salvarse, si no permaneciere en el seno y unidad de la Iglesia católica”[279].
 
Aquí vemos al Concilio de Florencia usando la palabra “o” (aut) en un significado que equivale a “y”. El Concilio declara que no solamente paganos, sino también judíos o (aut) herejes y cismáticos no pueden salvarse. ¿Esto significa que o los judíos o los herejes se salvarán? Por supuesto que no. Claramente significa que ningún judío y ningún hereje se pueden salvar. Por lo tanto, este es un ejemplo de un contexto en que la palabra latina aut (o) sí tiene un significado que es claramente “y”. Este ejemplo prueba absolutamente que la palabra latina aut puede ser, y ha sido usada en declaraciones solemnes magisteriales de la manera que estamos diciendo que se ha utilizado en la sesión 6, cap. 4 de Trento.
 
En la introducción del decreto sobre la justificación, el Concilio de Trento prohíbe estrictamente que nadie [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]“crea, predique o enseñe”[/b] (credere, praedicare aut docere) de otro modo que esté definido y declarado en el decreto sobre la justificación.
 
Papa Paulo III, Concilio de Trento, sesión 6, Introducción (Preámbulo): “… prohibiendo con todo rigor que nadie en adelante se atreva a [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]creer, predicar o enseñar de otro modo que como por el presente decreto se establece o declara[/b]”[280].
 
¿“O” (aut) en este pasaje significa que sólo está prohibido predicar en contra el decreto del Concilio sobre la justificación, pero se permite enseñar lo contrario? No, obviamente “o” (aut) significa que tanto la predicación y la enseñanza están prohibidas. Al igual que en el capítulo 4 citado arriba, “o” significa que la justificación no puede ocurrir sin el agua y su deseo. Otro ejemplo del uso de aut para significar “y” (o “ambos”) en Trento se encuentra en la sesión 21, cap. 2, el decreto sobre la comunión bajo las dos especies (Denz. 931).
 
Papa Pío IV, Concilio de Trento, sesión 21, cap. 2: “Por eso, la santa Madre Iglesia (…) decretó fuera tenida por ley, que [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]no es lícito rechazar o a su arbitrio cambiar,[/b] sin la autoridad de la misma Iglesia”[281].
 
¿Significa aut en esta declaración que el decreto del Concilio no puede ser rechazado, pero puede ser cambiado? No, obviamente significa que tanto un rechazo y un cambio están prohibidos. Este es otro ejemplo de cómo la palabra latina aut puede ser usada en contextos que hacen que su significado sea “y” o “ambos”. Y estos ejemplos, si tenemos en cuenta la redacción del pasaje, refutan la afirmación de los partidarios del bautismo de deseo: que el significado de aut en capítulo 4, sesión 6 es el que favorece el bautismo de deseo.
 
Pero ¿por qué Trento define que el deseo del bautismo, junto con el bautismo, es necesario para la justificación? En el pasado no respondimos esta pregunta tan bien como podríamos, porque pensábamos que la sesión 6, cap. 4 estaba distinguiendo entre los adultos y los infantes. Pero un estudio más profundo del pasaje revela que en este capítulo Trento está definiendo lo que es necesario para la iustificationis impii[282] – la justificación del impío (véase la cita arriba) –. Los impii (“impíos”) no se refiere a los infantes – quienes son incapaces de cometer pecados actuales (Trento, sesión V, Denz. 791). La palabra “impii” en latín es, en realidad, una palabra muy fuerte, según un latinista a quien he consultado, y él está de acuerdo en que es demasiado fuerte para describir a un infante en sólo pecado original. A veces se traduce como “malvado” o “pecador”. Por lo tanto, en este capítulo, Trento está tratando de los mayores de la edad de la razón que han cometido pecados actuales, y para esas personas el deseo del bautismo es necesario para la justificación. De hecho, los siguientes capítulos de Trento sobre la justificación (caps. 5-7) son todos acerca de la justificación de los adultos, demostrando así que el contexto es sobre la justificación de los pecadores adultos, especialmente cuando se considera la palabra impii. Es por eso que el capítulo declara que la justificación no puede ocurrir sin el agua del bautismo o su deseo (ambos son necesarios).
 
Catecismo del Concilio de Trento, Del Bautismo – Disposiciones para el bautismo, p. 180: “DISPOSICIONES – (…) En primer lugar, es necesario que deseen y estén resueltos a recibir el bautismo[283].
 
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UN EMAIL INTERESANTE SOBRE ESTE PASAJE DE TRENTO
 
Curiosamente, se me ocurrió enviar por email una pregunta a una latinista de Inglaterra sobre este pasaje del Concilio de Trento y el uso de la palabra “o” (aut), sólo para saber qué pensaba ella. Yo ni siquiera conozco a esta persona y no creo que ella sea católica. Ella es una erudita latinista de Oxford y creo que ella respondió honesta e imparcialmente. Su respuesta es muy interesante e importante, especialmente para aquellas personas que están convencidas que el Concilio de Trento enseñó el “bautismo de deseo”. Le escribí lo siguiente:
 
“El pasaje en latín es el siguiente: quae quidem translatio (…) sine lavacro regenerationis aut eius voto fieri non potest...”.
 
“Se traduce como sigue: ‘Esta transición (…) no puede ocurrir sin el lavatorio de la regeneración o su deseo”.
 
“Esto dice literalmente que la transición no puede ocurrir sin el lavatorio de la regeneración o un deseo de él (lo que significa que se deben tener ambos). No dice que puede ocurrir con cualquiera de los dos, ¿no le parece? ¿No equivale a decir: Esta ducha no puede ocurrir sin agua o el deseo de tomar una (significando que ambos son necesarios); y no es equivalente a decir: este artículo no se puede escribir sin lápiz o papel (significando que ambos son necesarios)? Se puede entender el aut de esta manera en latín, ¿qué piensa usted?
 
“Cualquier consideración que usted tenga me sería muy interesante. Gracias”.
 
Y ella respondió, el 1 de diciembre de 2003 lo siguiente:
 
“¡Esto no es fácil! [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]Es posible entenderlo de ambas maneras, con aut como “o” y como “y”.[/b]
Aut como “o” es más común, [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]pero aquí la interpretación depende de si usted cree que el deseo del bautismo es suficiente por sí sólo o si la frase significa que se necesita tener el deseo además del sacramento mismo.[/b]
¡Le dejo a usted que decida!
Mis mejores deseos
Carolinne White
LATÍN DE OXFORD”
 
La declaración de Sra. White es muy importante e interesante ya que muestra que, en su opinión profesional como académica latinista, el pasaje que usa “o” (aut) ¡definitivamente puede leerse como “y”, algo que muchos de los defensores del bautismo de deseo rechazan como absolutamente imposible! Ella además admite que la interpretación depende de si uno cree que el deseo del bautismo es suficiente – ¡una declaración muy honesta por su parte, creo yo! –. Y ella dice esto sin que yo le diese el resto del contexto; a saber, donde el Concilio de Trento declara, inmediatamente después de usar las palabras “o su deseo”, que Juan 3, 5 debe ser entendido según está escrito.
 
Papa Paulo III, Concilio de Trento, sesión 6, cap. 4: “[la justificación]…[b style="mso-bidi-font-weight:normal"]no puede ocurrir sin[/b] el lavatorio de la regeneración o su deseo,[b style="mso-bidi-font-weight:normal"] SEGÚN ESTÁ ESCRITO: Quien no renaciere del agua y del Espíritu Santo, no puede entrar en el reino de Dios (Juan 3, 5)[/b]”[284].
 
El punto es, por tanto, que, al menos, todos los defensores del bautismo de deseo deben admitir que este pasaje se puede leer en ambos sentidos, y por lo tanto, que el entendimiento depende de si uno cree que el deseo del bautismo es suficiente o no. Pero si un defensor del bautismo de deseo admite (como debe, si es honesto) que este pasaje no puede enseñar el bautismo de deseo, entonces él está admitiendo que el entendimiento debe inferirse no solo del contexto inmediato (el cual afirma Juan 3, 5 según está escrito y por lo tanto excluye el bautismo de deseo), sino también de todas las otras declaraciones sobre el bautismo y la justificación en Trento. ¿Y qué dicen todos los otros pasajes de Trento sobre la necesidad del bautismo? ¿Enseñan un entendimiento abierto al bautismo de deseo, o excluyen toda salvación sin el bautismo de agua? La respuesta es innegable.
 
Papa Paulo III, Concilio de Trento, sesión 7, can. 5 sobre el sacramento del bautismo, ex cathedra: “Si alguno dijere que el bautismo [el sacramento] es libre, es decir, no necesario para la salvación (Juan 3, 5), sea anatema[285].
 
Papa Paulo III, Concilio de Trento, del pecado original, sesión V, ex cathedra: “Por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte (…) para que en ellos por la regeneración se limpie lo que por la generación contrajeron. ‘Porque si uno no renaciere del agua y del Espíritu Santo, no puede entrar en el reino de Dios’ (Juan 3, 5)[286].
 
Papa Paulo III, Concilio de Trento, can. 2 sobre el sacramento del bautismo, sesión 7, 1547, ex cathedra: Si alguno dijere que el agua verdadera y natural no es necesaria en el bautismo y, por tanto, desviare a una especie de metáfora las palabras de nuestro Señor Jesucristo: ‘Quien no renaciere del agua y del Espíritu Santo’ (Juan 3, 5), sea anatema[287].
 
La interpretación de “o” en la sesión 6, cap. 4 como “y” no sólo es posible (como la Sra. White admite), sino que es perfectamente compatible con todas estas definiciones infalibles, mientras que la interpretación de “o” en el sentido de bautismo de deseo es incompatible con todas estas definiciones, sin mencionar (lo más importante) las palabras [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]“según está escrito[/b], quien no renaciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”, que siguen inmediatamente después de “o su deseo” y en la misma frase.
 
La interpretación de “o” en el sentido del bautismo de deseo también es incompatible con la enseñanza del Concilio de Florencia sobre Juan 3, 5, y no puede haber falta de armonía entre los concilios dogmáticos.
 
Papa Eugenio IV, Concilio de Florencia, “Exultate Deo”, 22 de Noviembre 1439, ex cathedra: “El primer lugar entre los sacramentos lo ocupa el santo bautismo, que es la puerta de la vida espiritual pues por él nos hacemos miembros de Cristo y del cuerpo de la Iglesia. Y habiendo por el primer hombre entrado la muerte en todos, ‘si no renacemos por el agua y el Espíritu’, como dice la Verdad, ‘no podemos entrar en el reino de los cielos’ (Juan 3, 5). La materia de este sacramento es el agua verdadera y natural”[288].
 
La interpretación de “o” en el sentido del bautismo de deseo es también incompatible con la definición extensiva del Concilio de Trento en los tres capítulos posteriores sobre las causas de la justificación. Sólo tres capítulos más adelante, el Concilio enumera las cuatro razones para la justificación de los impíos.
 
Papa Paulo III, Concilio de Trento, sesión 6, cap. 7, las causas de la justificación: “Las causas de esta justificación son: la final, la gloria de Dios y de Cristo (…) la eficiente, Dios misericordioso (…) la meritoria, su Unigénito muy amado (…) [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]la instrumental, el sacramento del bautismo, que es el ‘sacramento de la fe’,[/b] sin la cual a nadie se le concedió la justificación (…) [b style="mso-bidi-font-weight:
normal"]Esta fe,[/b] por tradición apostólica, [b style="mso-bidi-font-weight:
normal"]la piden los catecúmenos a la Iglesia antes del bautismo[/b] al pedir la fe y la vida eterna…”[289].
 
Al enumerar todas las causas de la justificación, ¿por qué el Concilio no mencionó la posibilidad del “bautismo de deseo”? Tuvo una gran oportunidad para hacerlo, del mismo modo que enseña claramente no menos de tres veces que las gracias del sacramento de la penitencia se pueden alcanzar por el deseo de ese sacramento (sesión 14, cap. 4; y dos veces en la sesión 6, cap. 14). Pero el “bautismo de deseo” no se menciona en ninguna parte, simplemente porque no es verdad. Y además, es interesante considerar que la palabra “deseo” no aparece en el capítulo 7 sobre las causas de la justificación, sino en el capítulo 4 donde el Concilio trata de lo que no puede faltar en la justificación de los impíos (es decir, ni el agua ni el deseo pueden faltar en la justificación de los impíos).
 
Pero algunos dirán: “Puedo ver su punto y no puedo negarlo, pero ¿por qué el pasaje no usó la palabra “y” en lugar de “o”; no habría sido entonces más claro?”. Esta pregunta se responde mejor al considerar una serie de cosas:
 
En primer lugar, se debe recordar que el pasaje describe que la justificación [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]NO PUEDE OCURRIR SIN[/b] (es decir, lo que no puede faltar en la justificación); pero no dice que la justificación se realiza ya sea por el agua o el deseo.
 
En segundo lugar, el Concilio no tuvo que usar “y” porque “o” puede significar “y” en el contexto de palabras que figuran en el pasaje, como ya se ha mostrado.
 
En tercer lugar, quienes hacen esta pregunta deben considerar otra, a saber: Si el bautismo de deseo fuera cierto y fuera la enseñanza de Trento, ¿por qué el Concilio no dijo en ningún lugar (cuando tuvo tantas oportunidades de hacerlo) que puede haber justificación sin el sacramento o antes de recibir el sacramento como tan clara y repetidamente lo hizo en relación al sacramento de la penitencia? Esta asombrosa omisión simplemente confirma los puntos que he hecho anteriormente, porque si el pasaje significara el bautismo de deseo, lo hubiera dicho (es obvio que ello es porque el Espíritu Santo no permitió que el Concilio enseñase el bautismo de deseo en sus numerosas declaraciones sobre la necesidad absoluta del bautismo).
 
En cuarto lugar, la pregunta anterior se responde mejor con un ejemplo paralelo: En 381, el Concilio de Constantinopla definió que el Espíritu Santo procede del Padre. El Concilio no dijo que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo. La omisión de las palabras “y del Hijo” (filioque en latín) hizo que muchos millones concluyesen erróneamente que el Espíritu Santo no procede del Hijo, una herejía que fue posteriormente condenada por la Iglesia. Si el Concilio de Constantinopla hubiese simplemente incluido esa pequeña declaración, que el Espíritu Santo también procede del Hijo, se habrían evitado más que mil años de controversia con los cismáticos orientales – una controversia que aún continúa en nuestros días –. Esa pequeña frase (“y del Hijo”), si se hubiera incluido en Constantinopla, probablemente habría impedido que millones de personas saliesen de la Iglesia católica y abrasasen la “ortodoxia” oriental, porque los “ortodoxos” orientales piensan y todavía creen que la enseñanza de la Iglesia católica de que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo es contraria al Concilio de Constantinopla, que se limitó a decir que el Espíritu Santo procede del Padre.
 
Entonces, ¿el Concilio de Constantinopla se equivocó? Por supuesto que no. ¿Pero Constantinopla pudo haber sido más claro al añadir esa pequeña frase que habría eliminado una controversia? Por supuesto. Entonces, ¿por qué Dios permitió que se produzca esta controversia, cuando Él pudo evitarla con sólo inspirar a los Padres del Concilio de Constantinopla en 381 que incluyesen esa pequeña frase? La respuesta es que debe haber herejías.
 
1 Cor., 11, 19: [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]“Pues es necesario que haya también herejías, para que los que son aprobados, sean manifiestos entre vosotros[/b]”.
 
Dios permite que surjan herejías con el fin de ver quién va a creer en la verdad y quién no, para ver quién busca la verdad con sinceridad y quién pervierte los hechos para satisfacer con sus propios deseos heréticos. Dios nunca permite que sus Concilios, como el de Constantinopla y de Trento, enseñen error alguno, pero Él puede permitir que la verdad sea dicha de manera que pueda dar la oportunidad de torcer y pervertir el significado de las palabras usadas, si ellos lo desean (sin la intención de juego de palabras), como lo hicieron los cismáticos orientales en relación a la omisión de Constantinopla de la frase: y del Hijo.
 
De hecho, ni siquiera importa si algunos de los Padres conciliares de Constantinopla creyesen que el Espíritu Santo no procede del Hijo; y probablemente hubo algunos que no creían que el Espíritu Santo procede del Hijo. Lo único que importa es lo que en realidad declaró el Concilio de Constantinopla, una declaración que no dice nada contrario al hecho de que el Espíritu Santo sí procede del Hijo. Las intenciones de los Padres conciliares de Constantinopla o de cualquier otro Concilio no tienen nada que ver con la infalibilidad papal. Lo único que importa es que el dogma real aprobado por el Papa sea declarado o finalizado en una profesión de fe.
 
Pío IX, Concilio Vaticano I, sesión 3, cap. 2 sobre la revelación, 1879, ex cathedra: “De ahí que también hay que mantener perpetuamente aquel sentido de los sagrados dogmas que una vez declaró la santa madre Iglesia y jamás hay que apartarse de ese sentido so pretexto y nombre de una más alta inteligencia”[290].
 
Interesante es en este sentido es el hecho que numerosos Papas señalan que en el canon 28 del Concilio de Calcedonia, los Padres de Calcedonia elaboraron un canon que elevó el status del obispo de Constantinopla. Los padres del Concilio de Calcedonia, por lo tanto, intentaron elevar el status de la Sede de Constantinopla en la elaboración del canon 28. Sin embargo, el canon fue rechazado por el Papa San León Magno en su confirmación de los actos de Calcedonia, y por lo tanto se consideró sin valor.
 
Papa León XIII, Satis cognitum, # 15, 29 de junio de 1986: “El vigésimo octavo canon del concilio de Calcedonia, desprovisto de la aprobación y de la autoridad de la Sede Apostólica, ha quedado, como todos saben, sin vigor ni efecto[291].
 
Esto demuestra que la intención o los pensamientos de los Padres de un concilio ecuménico no tienen valor sin la aprobación del Papa. Lo único que importa es lo que la Iglesia realmente declara. Por lo tanto, el hecho que algunos de los Padres de Trento – e incluso eminentes y santos teólogos después de Trento – piensen que el antedicho pasaje de Trento enseñó el bautismo de deseo no significa nada; porque los Padres en Calcedonia también pensaron que el Concilio estaba elevando el status de Constantinopla, cuando no fue así; y algunos de los Padres de Constantinopla probablemente pensaron que el Concilio estuvo negando que el Espíritu Santo procede del Hijo, cuando no fue así. El punto esencial es que sólo importan aquellas cosas que son declaradas por los Concilios y finalmente aprobadas – nada más. Y el pasaje citado de Trento no enseña el bautismo de deseo; no enseña que el deseo justifica sin el bautismo; y él no contiene error.
 
El hecho es que Dios se aseguró que las palabras “según está escrito” fueran incluidas en esa misma frase para asegurar que el Concilio no estaba enseñando el bautismo de deseo por su redacción en este pasaje. El pasaje por tanto enseña – según está escrito – quien no renaciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. ¡Y si lo que dicen los defensores del bautismo de deseo fuera correcto, entonces tendríamos que lo que enseña el Concilio en la primera parte de la frase, que Juan 3, 5 no debe ser entendida según está escrito (que a veces el deseo es suficiente), mientras simultáneamente se contradice en la segunda parte de la frase diciéndonos que tomemos a Juan 3, 5 según está escrito (sicut scriptum est)! Pero esto es absurdo, por supuesto. Los que insisten obstinadamente que este pasaje enseña el bautismo de deseo están simplemente equivocados y están contradiciendo las propias palabras que figuran en el pasaje de Juan 3, 5. La inclusión de “SEGÚN ESTÁ ESCRITO, quien no renaciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios (Juan 3, 5)”, muestra la perfecta armonía de ése pasaje de Trento con todos los otros pasajes de Trento y los otros Concilios que afirman la necesidad absoluta del bautismo de agua sin excepción.
 
Fuente: http://www.vaticanocatolico.com/la_iglesia_catolica_salvacion_y_bautismo.php
Quinta parte de la refutación a Méramo (13):
Prosigue el Padre Méramo:
P. Basilio Méramo escribió:El Catecismo Romano en una de las notas sobre el bautismo se lee: “El Concilio Tridentino en la sesión VII, de bautismo, canon 5, dice: ‘Si alguno dijere que es potestativo recibir el bautismo, es a saber, que no es necesario para la salvación, sea anatema’ (D 861).

Muy bien, estoy de acuerdo; esto prueba que no soy hereje.

P. Basilio Méramo escribió:
Coinciden los teólogos comúnmente en señalar que el bautismo es necesario con aquella necesidad que llaman de medio, es decir, que el bautismo tiene razón de medio para la salvación, de tal manera que, omitido aún sin culpa, nadie puede salvarse.
Sin embargo, esta necesidad de medio del sacramento del bautismo, no es absoluta, sino hipotética, por lo cual en los casos extraordinarios Dios provee con otros remedios, que inmediatamente veremos, aunque en los casos ordinarios es de todo punto necesario para salvarse recibir el bautismo.
Para estos casos extraordinarios -en aquellos solamente en que resulta imposible recibir el bautismo de agua- la misericordia divina ha dispuesto dos remedios: el voto del bautismo y el martirio, que por semejanza en los efectos con el bautismo de agua, se llama también bautismo: de deseo y de sangre, respectivamente.
Por voto de bautismo se entiende el deseo de recibirlo. Para que haya martirio se requiere: a) un tormento capaz de causar la muerte, aunque luego ésta no se siga por una gracia especial de Dios; b) infligido al paciente en odio a la fe o virtudes cristianas; c) que sea pacientemente tolerado.
Uno y otro justifican, pues ambos incluyen de algún modo la caridad perfecta, que sabemos justifica.
Ni el bautismo de deseo ni el de sangre producen, sin embargo, todos los efectos que se derivan del bautismo de agua. Son efectos comunes a los tres: el perdón de los pecados mortales, la infusión de la gracia, la filiación divina con el derecho a la vida eterna.
En cambio, ni el bautismo de deseo ni el martirio, imprimen carácter, ni hacen al que lo recibe miembro de la Iglesia. De aquí que, si más tarde hubiera posibilidad de recibir el bautismo de agua, existiría la obligación de recibirle, y mientras no se reciba, tampoco se le pueden administrar los demás sacramentos.
El bautismo de deseo, además, no siempre perdona todos los pecados veniales ni la pena temporal.
Finalmente, para que el bautismo de deseo justifique se requiere necesariamente la caridad perfecta, es decir, la contrición, aunque, como es natural, no se requiera en sumo grado. En el martirio es suficiente la atrición”. (Catecismo Romano, ed. BAC, Madrid 1956, nota 55, p. 376-377).
En el mismo Catecismo Romano, también se dice en otra nota que comenta y aclara sobre el tema: “Es de fe, por positiva institución divina, es decir, porque Dios así lo ha querido (aunque podría haber ordenado otra cosa), que fuera dela Iglesia no hay posibilidad de salvación.
Los teólogos, al explicar esta necesidad de pertenecer a la Iglesia para salvarse, la llaman de medio, es decir, que, aún preterida o ignorada la Iglesia inculpablemente, no puede conseguirse la salvación sin ella.
No obstante, esa necesidad demedio no es absoluta (‘in re’ que dicen los teólogos), de modo que el pertenecer a la Iglesia, no pueda ser sustituido por otra cosa, sino disyuntiva (‘in re vel in voto’), o lo que es lo mismo, que tiene suplencia. En otras palabras: cuando ese medio (la Iglesia) no puede alcanzarse realmente en sí mismo, puede suplirse por algo (el acto de caridad, por ejemplo, el martirio…) que entrañe el deseo de emplear ese medio como único para conseguir el fin: en nuestro caso, la Iglesia, con relación a la salvación. Ese deseo lo llaman los teólogos voto, que puede ser explícito, como acto expreso de la voluntad, e implícito, como incluido otro acto de caridad, martirio… etc., o simplemente en el deseo aún confuso, supuesta la base de la buena fe, de recurrir a ese medio necesario, si se conociera.
Ése es el caso, tan problemático en Teología, de los infieles llamados negativos: los que, sin culpa por su parte, desconocen la revelación, la Iglesia… En todo caso, siempre es cierto que, si de hecho se condenaran, habrá sido por culpa propia. Porque, supuesta la voluntad salvífica de Dios y la universalidad de la redención, Dios no puede menos de proporcionar los medios necesarios para salvarse al que pone lo que está de su parte, siguiendo los dictámenes dela recta razón, reflejo siempre de la ley natural (‘facienti quod est in se, Deus non denegat gratiam’, en términos teológicos). Y aunque se tratara de una persona que habita en la selva o entre brutos animales, con tal que observara la ley natural, dice Santo Tomás ‘que Dios le revelaría, por alguna inspiración interior, todo lo que es necesario para creer, o le enviaría algún predicador de la fe, como hizo a Cornelio enviándole a Pedro’ (S. Thom., De verit., q.14 a.11 ad 1)”. (Ibídem, nota 181, p. 235-236).
Pues bien, un catecismo falible contra el Magisterio infalible; ¿quién gana? ¡El Magisterio infalible! Otro punto a mi favor, ya que además ese catecismo es ambiguo y confuso y ya bastante nuevito, bien previo al cisma; tan sólo DOS años antes: 1956. Y todo eso está refutado precedentemente, con las citas del magisterio infalible.
NO existen mártires católicos fuera de la Iglesia; el "bautismo" de sangre es otra ficción; y en el capítulo 14, el hermano Pedro Dimond prueba cómo los Padres de la Iglesia dijeron unánimemente que sólo existe el bautismo de agua:

Hno. Pedro Dimond escribió:
[b style="mso-bidi-font-weight:normal"]LOS PADRES SON UNÁNIMES DESDE EL PRINCIPIO SOBRE EL BAUTISMO DE AGUA[/b]
 
En el primer milenio de la Iglesia vivieron cientos de hombres santos que son llamados “Padres de la Iglesia”. Tixeront, en su obra Handbook of Patrology [Manual de la Patrología], abarca más de quinientos cuyos nombres y escritos han llegado hasta nosotros[117]. Los Padres (o los primeros prominentes escritores cristianos católicos) desde el principio son unánimes en que nadie entra en el cielo o se libera del pecado original sin el bautismo en agua.
 
En la carta de Bernabé, de fecha tan temprana como el año 70 d.C., se lee:
 
“… nosotros bajamos al agua rebosando pecados y suciedad, y subimos llevando fruto en nuestro corazón…”[118].
 
En 140 d.C., el Padre primitivo de la Iglesia, Hermas, cita a Jesús en Juan 3, 5, y escribe:
 
“Ellos tenían que salir a través del agua, para que pudieran recibir la vida; [b style="mso-bidi-font-weight:
normal"]porque de otro modo no habrían podido entrar en el reino de Dios[/b]”[119].
 
Esta afirmación es obviamente una paráfrasis de Juan 3, 5; lo que demuestra que, desde el comienzo de la era apostólica, era creído y enseñado por los Padres que nadie podía entrar en el cielo sin haber renacido del agua y del Espíritu fundamentándose específicamente en la declaración de nuestro Señor Jesucristo en Juan 3, 5.
 
En 155 d.C., el mártir San Justino escribe:
 
“… los llevamos a un lugar donde hay agua, y allí ellos renacen del mismo modo de renacimiento en que renacimos (…) en el nombre de Dios, (…) ellos reciben el lavatorio de agua. Porque Cristo dijo: [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]‘Si no renaciereis, no entraréis en el reino de los cielos’. La razón para hacer esto lo aprendimos de los apóstoles[/b]”[120].
 
Nótese que San Justino Mártir, como Hermas, también cita las palabras de Jesús en Juan 3, 5, y, en base a las palabras de Cristo, enseña que es de la tradición apostólica que nadie en absoluto puede entrar al cielo sin haber renacido del agua y del Espíritu Santo en el sacramento del bautismo.
 
En su diálogo con el judío Trifón, también el 155 d.C., San Justino Mártir escribe:
 
“… apresuraos en aprender de qué forma obtendrás el perdón de los pecados y una esperanza de la herencia. [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]No hay otra manera que esta: reconocer a Cristo, ser lavado en el lavatorio anunciado por Isaías [el bautismo][/b]…”[121].
 
En 180 d.C., San Ireneo escribe:
 
“… dando a los discípulos el poder de la regeneración en Dios, Él les dijo: ’Id y enseñad a todas las naciones, [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]bautizándolas[/b]’ (…) Al igual que el trigo seco sin humedad no puede convertirse en masa o pan, así también, [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]nosotros, siendo muchos, no podemos ser uno en Jesucristo, sin el agua del cielo[/b] (…) Nuestros cuerpos logran la unidad a través del lavado (…) las almas, sin embargo, por medio del Espíritu. [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]Ambos son, pues, necesarios[/b]”[122].
 
Aquí vemos de nuevo un claro anuncio de la tradición constante y apostólica de que nadie se salva sin el sacramento del bautismo, nada menos que del gran padre apostólico San Ireneo, en el siglo segundo. San Ireneo conoció a San Policarpo y San Policarpo conoció al mismo apóstol San Juan.
 
En 181 d.C., San Teófilo continúa la tradición:
 
“… aquellas cosas que fueron creadas de las aguas fueron bendecidas por Dios, para que esto pudiera ser también un signo de que [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]los hombres en el futuro recibirán el arrepentimiento y el perdón de los pecados a través del agua y el baño de la regeneración[/b]…”[123].
 
En 203 d.C., Tertuliano escribe:
 
[b style="mso-bidi-font-weight:normal"]“… de hecho, está prescrito que nadie puede alcanzar la salvación sin el bautismo, especialmente en vista de la declaración del Señor, que dice: ‘Si uno no renaciere del agua y del Espíritu Santo no entrará en el reino de los cielos’ [Juan 3, 5][/b]…”[124].
 
Nótese cómo Tertuliano afirma la misma tradición apostólica de que nadie se salva sin el bautismo en agua basada en las palabras de Jesús mismo.
 
Tertuliano escribe además en 203 d.C.:
 
“Un tratado sobre nuestro sacramento de agua, por el cual son lavados los pecados de nuestra ceguera anterior (…) [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]ni podemos ser salvos de otra manera, sino permaneciendo permanentemente en el agua[/b]”[125].
 
El bautismo también se ha llamado desde los tiempos apostólicos el sello, el signo y la iluminación, porque sin este sello, signo o iluminación a nadie se le perdona el pecado original o es signado como miembro de Jesucristo.
 
“Es Dios quien a nosotros y a vosotros nos confirma en Cristo, nos ha ungido, [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]nos ha signado[/b] y ha depositado las arras del Espíritu en nuestros corazones (2 Cor. 1, 21-22)”.
 
Ya en 140 d.C., Hermas había enseñado esta verdad – que el bautismo es el sello – transmitida por los Apóstoles de Jesucristo.
 
Hermas, 140 d.C.: “… antes que un hombre lleve el nombre del Hijo de Dios, está muerto; [b style="mso-bidi-font-weight:
normal"]pero cuando recibe el sello, deja a un lado la mortalidad y recibe de nuevo la vida. El sello, por tanto, es el agua. Ellos se sumergen muertos en el agua y salen vivos de ella[/b]”[126].
 
En la famosa obra titulada La Segunda Epístola de Clemente a los Corintios, 120-170 d.C., Hermas dice:
 
[b style="mso-bidi-font-weight:normal"][/b]Para [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]aquellos que no han llevado el sello del bautismo,[/b] ‘su gusano no morirá, y su fuego no se extinguirá’”.[127]
 
San Efraín, 350 d.C.: “… somos ungidos en [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]el bautismo, por el que tenemos su sello[/b]”[128].
 
San Gregorio de Nisa, 380 d.C.: “¡Apresuraos, oh ovejas, hacia [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]el signo de la cruz y el sello [bautismo], que os salvará de vuestra miseria[/b]!”[129].
 
San Clemente de Alejandría, 202 d.C.:
 
“Cuando somos bautizados, somos iluminados. Al ser iluminados, somos adoptados como hijos (…) Esta obra se llama indistintamente gracia, iluminación, perfección, lavado. Se trata de un lavado por la que somos limpiados de los pecados…”[130].
 
Orígenes, 244 d.C.:
 
“La Iglesia ha recibido de los Apóstoles la tradición de dar el bautismo, incluso a los niños (…) en todos están las manchas innatas del pecado, [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]que deben ser lavadas por el agua y el Espíritu[/b]”[131].
 
San Afraates, el mayor de los Padres sirios, escribe en el 336 d.C.:
 
“Esta, entonces, es la fe: que el hombre cree en Dios (…) en su Espíritu (…) en su Cristo (…) También, que el hombre cree en la resurrección de la muerte, [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]y, además, cree en el sacramento del bautismo. Esta es la creencia de la Iglesia de Dios[/b]”[132].
 
Además, el mismo Padre sirio escribe:
 
“Pues por el bautismo recibimos el Espíritu de Cristo (…) [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]Porque el Espíritu está ausente de todos los que han nacido de la carne, hasta que lleguen a las aguas del renacimiento[/b]”[133].
 
Aquí vemos, en los escritos de San Afraates, la misma enseñanza de la tradición sobre la necesidad absoluta del bautismo de agua para la salvación, basada en las palabras de Cristo en Juan 3, 5.
 
San Cirilo de Jerusalén, 350 d.C.:
 
“Él dice, ’El que no renaciere’ – y agrega las palabras ‘del agua y del Espíritu – no podrá entrar en el reino de Dios… si un hombre es virtuoso en sus actos, pero no recibe el sello a través del agua, no entrará en el reino de los cielos. [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]Un dicho audaz, pero no el mío, porque es Jesús el que lo ha declarado[/b]”[134].
 
Vemos que San Cirilo continúa la tradición apostólica de que nadie entra al cielo sin haber renacido del agua y del Espíritu; nuevamente en una comprensión absoluta de las propias palabras de nuestro Señor en Juan 3, 5.
 
San Basilio Magno, 355 d.C.:
 
“¿De dónde es que somos cristianos? A través de la fe, responderán todos. [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]¿Cómo somos salvos?[/b] [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]Renaciendo en la gracia del bautismo[/b] [b style="mso-bidi-font-weight:normal"](…) Porque es la misma pérdida para cualquiera que deja esta vida sin haber sido bautizado, que recibir un bautismo en que se ha omitido alguna cosa que ha sido trasmitida[/b]”[135].
 
San Gregorio de Elvira, 360 d.C.:
 
“Cristo es llamado la Red, porque a través de Él y en Él [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]la diversa multitud de los pueblos son reunidos del mar del mundo, a través del agua del bautismo [/b]y en la Iglesia, de donde se hace una diferencia entre el bueno y el malo”[136].
 
San Efraín, 366 d.C.:
 
“Esto es lo que profesa la sagrada Iglesia católica. [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]En esta misma Santísima Trinidad ella bautiza hacia la vida eterna[/b]”[137].
 
Papa San Dámaso, 382 d.C.:
 
[b style="mso-bidi-font-weight:normal"]“Esta,[/b] entonces, [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]es la salvación de los cristianos:[/b] creer en la Trinidad, es decir, en el Padre, y en el Hijo y en el Espíritu Santo, [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]y bautizados en ella[/b]…”[138].
 
San Ambrosio, 387 d.C.:
 
“… [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]nadie asciende al reino de los cielos, sino por el sacramento del bautismo[/b]”[139].
 
San Ambrosio, 387 d.C.:
 
“‘[b style="mso-bidi-font-weight:normal"]Quien no renace del agua y del Espíritu Santo, no podrá entrar el reino de Dios[/b]’.[b style="mso-bidi-font-weight:normal"] Nadie está exento: [/b]ni el infante, ni el que está impedido por alguna necesidad”[140].
 
San Ambrosio, De mysterii, 390-391 d.C.:
 
“Habéis leído, por tanto, que los tres testigos en el bautismo son uno: el agua, la sangre y el espíritu, y si se retira uno de ellos, el sacramento del bautismo no es válido. Porque, ¿qué es el agua sin la cruz de Cristo? Un elemento común sin ningún efecto sacramental. [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]Por otra parte, tampoco hay misterio alguno de la regeneración sin el agua: porque ‘si no renacéis del agua y el Espíritu, no podéis entrar en el reino de Dios’ [Juan 3, 5].[/b] [b style="mso-bidi-font-weight:
normal"]Hasta un catecúmeno[/b] cree en la cruz del Señor Jesús, por la cual él también es signado, pero, a menos que fuere bautizado en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, no puede recibir la remisión de los pecados ni ser beneficiario del don de la gracia espiritual”[141].
 
San Juan Crisóstomo, 392 d.C.:
 
“¡Llorad por los incrédulos; llorad por los que no difieren de ellos un ápice, aquellos [b style="mso-bidi-font-weight:
normal"]que van, por lo tanto, sin iluminación, sin el sello! [/b](…) Ellos están fuera de la magnífica ciudad (…) con los condenados. ‘[b style="mso-bidi-font-weight:normal"]En verdad, os digo, que quien no renace del agua y el Espíritu, no entrará en el reino de los cielos[/b]’”[142].
 
San Agustín, 395 d.C.:
 
“… [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]Dios no perdona los pecados, excepto a los bautizados[/b]”[143].
 
Papa San Inocencio, 414 d.C.:
 
“Puesto que vuestra fraternidad hace valer la predicación de los pelagianos, [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]de que incluso sin la gracia del bautismo los niños pueden ser premiados con las recompensas de la vida eterna, es bastante estúpido[/b]”[144].
 
Papa San Gregorio Magno, 590 d.C.:
 
[b style="mso-bidi-font-weight:normal"]“El perdón del pecado se nos ha dado únicamente por el bautismo de Cristo[/b][145].
 
Teofilacto, patriarca de Bulgaria, 800 d.C.:
 
El que creyere y fuere bautizado, será salvo. [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]No basta creer; el que cree, y aún no está bautizado, sino sólo es un catecúmeno[/b], aún no ha adquirido la salvación”[146].
 
Podrían citarse muchos otros pasajes de los Padres, sin embargo es un hecho que los Padres de la Iglesia son unánimes desde el comienzo de la era apostólica – basados en las palabras de Jesucristo en Juan 3, 5 –, de que nadie en absoluto puede ser salvo sin recibir el sacramento del bautismo. El eminente erudito patrístico, el P. William Jurgens, quien literalmente ha leído miles de textos de los Padres (a pesar que cree en el bautismo de deseo), en sus tres volúmenes sobre los Padres de la Iglesia, se vio obligado a admitir lo siguiente:
 
P. William Jurgens: “[b style="mso-bidi-font-weight:normal"]Si no hubiese una tradición constante en los Padres de que el mensaje evangélico de ‘Quien no renaciere del agua y el Espíritu Santo, no puede entrar en el reino de Dios’ debe ser tomado en absoluto[/b], sería fácil decir que nuestro Salvador simplemente no consideró oportuno mencionar las excepciones obvias de la ignorancia invencible y de la imposibilidad física. [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]Pero la tradición, de hecho está ahí, y es bastante probable que se encuentre tan constante como para constituir revelación[/b]”[147].
 
El eminente erudito P. Jurgens está admitiendo aquí tres cosas importantes:
 
1)      Los padres son constantes en su enseñanza de que Juan 3, 5 es absoluta y sin excepciones, es decir, absolutamente nadie entra en el cielo sin haber renacido del agua y del Espíritu;
2)      Los padres son tan constantes en este punto que probablemente constituye revelación divina, sin siquiera considerar la enseñanza infalible de los Papas;
3)      La enseñanza constante de los Padres, de que todos deben recibir el bautismo de agua para la salvación – a la luz de Juan 3, 5 –, excluye las excepciones para los casos de “ignorancia invencible” o “imposibilidad física”.
 
Y basada en esta verdad, declarada por Jesucristo en el Evangelio (Juan 3, 5), trasmitida por los Apóstoles y enseñada por los Padres, la Iglesia católica – como ya hemos visto – ha definido infaliblemente como dogma que absolutamente nadie entra en el cielo sin el sacramento del bautismo.
 
Papa Paulo III, Concilio de Trento, sesión 7, can. 5 sobre el sacramento del bautismo, ex cathedra: “Si alguno dijere que el bautismo [el sacramento] es libre, es decir, no necesario para la salvación, sea anatema[148].
 
Pero, como ocurre con muchas otras materias, no todos los Padres permanecían consistentes en sus propias afirmaciones acerca de la necesidad absoluta del bautismo de agua para la salvación.
 


 Los Padres de la Iglesia son claros: UN SÓLO BAUTISMO para la remisión de los pecados.
Sexta parte de la refutación a Méramo (14):
Prosigue Méramo:
P. Basilio Méramo escribió:También el Papa Pío IX (1846-1878) en el mismo sentido dice: “Es menester recordar y reprender nuevamente el gravísimo error en que míseramente se hallan algunos católicos, al opinar que hombres que viven en el error y ajenos a la verdadera fe y a la unidad católica, puedan llegar a la eterna salvación. Lo que ciertamente se opone en sumo grado a la doctrina católica. Notoria cosa es a Nos y a vosotros que aquellos que sufren ignorancia invencible acerca de nuestra santísima religión, que cuidadosamente guardan la ley natural y sus preceptos, esculpidos por Dios en los corazones de todos y están dispuestos a obedecer a Dios y llevan vida honesta y recta, pueden conseguir la vida eterna, por la operación de la virtud de la luz divina y de la gracia; pues Dios, que manifiestamente ve, escudriña y sabe la mente, ánimo, pensamientos y costumbres de todos, no consiente en modo alguno, según su suma bondad y clemencia, que nadie sea castigado con eternos suplicios, sino es reo de culpa voluntaria. Pero bien conocido es también el dogma católico, a saber, que nadie puede salvarse fuera de la Iglesia Católica, y que los contumaces contra la autoridad y definiciones de la misma Iglesia, y los pertinazmente divididos de la unidad de la misma Iglesia y del Romano Pontífice, sucesor de Pedro, ‘a quien fue encomendada por el Salvador la guarda de la viña’, no pueden alcanzar la eterna salvación”. (Dz. 1677). Habiendo dicho anteriormente lo mismo: “En efecto, por la fe debe sostenerse que fuera de la Iglesia Apostólica Romana nadie puede salvarse; que ésta es la única arca de salvación; que quien en ella no hubiere entrado perecerá en el diluvio. Sin embargo, también hay que tener por cierto que quienes sufren ignorancia de la verdadera religión, si aquella es invencible, no son ante los ojos del Señor reos por ello de culpa alguna”. (Dz. 1647).
Bien, bien, bien...Otra objeción típica, que también tiene respuesta. En primer lugar veo que la cita está sacada del Denzinger, numeral 1677; pero hay que aclarar que no todo lo que está en el Denzinger es Magisterio infalible, así como en el Denzinger, infelizmente, tampoco está todo el Magisterio infalible; el Denzinger es en realidad una recopilación de las cosas legales de la Iglesia, que sirve más bien como guía y no como verdad absoluta, ya que la misma se encuentra en la Sagrada Biblia y en el Magisterio infalible (eso sí, la mayoría está en Denzinger, pero NO todo).
La cita en realiadad proviene de la encíclica Quanto conficiamur de Pío IX, del 10 de agosto de 1863, en su numeral 6 y parte del numeral 7; que contextualizándolo la cita completa es así:
Papa Pío IX escribió:
6. Error de la bondad de todas las religiones
Y aquí, queridos Hijos nuestros y Venerables Hermanos, es menester recordar y reprender nuevamente el gravísimo error en que míseramente se hallan algunos católicos, al opinar que hombres que viven en el error y ajenos a la verdadera fe y a la unidad católica pueden llegar a la eterna salvación . Lo que ciertamente se opone en sumo grado a la doctrina católica. Notoria cosa es a Nos y a vosotros que aquellos que sufren ignorancia invencible acerca de nuestra santísima Religión, que cuidadosamente guardan la ley natural y sus preceptos, esculpidos por Dios en los corazones de todos y están dispuestos a obedecer a Dios y llevan vida honesta y recta, pueden conseguir la vida eterna, por la operación de la virtud de la luz divina y de la gracia; pues Dios, que manifiestamente ve, escudriña y sabe la mente, ánimo, pensamientos y costumbres de todos, no consiente en modo alguno, según su suma bondad y clemencia, que nadie sea castigado con eternos suplicios, si no es reo de culpa voluntaria. 
7. Solo la Iglesia Católica salva
Pero bien conocido es también el dogma católico, a saber, que nadie puede salvarse fuera de la Iglesia Católica, y que los consumases contra la autoridad y definiciones de la misma Iglesia, y los pertinazmente divididos de la unidad de la misma Iglesia y del Romano Pontífice, sucesor de Pedro, “a quien fue encomendada por el Salvador la guarda de la viña”, no pueden alcanzar la eterna salvación. Son en efecto muy claras las palabras de Nuestro Señor Jesucristo: Quien no oyere a la Iglesia, sea para ti como un gentil o un publicano. [i]El que a vosotros oye, a mí me oye, y el que a vosotros desprecia, a mí me desprecia; y el que a mí me desprecia, desprecia a Aquel que me ha enviado[ii]. El que no creyere se condenará[iii]. El que no cree ya está juzgado[iv]. El que no está conmigo está contra mí, el que conmigo no recoge, desparrama[v]. De aquí que el Apóstol San Pablo diga que estos hombres están corrompidos y condenados por su propio juicio[vi]. Y que el Príncipe de los Apóstoles los llame maestros de la mentira que introducen sectas de perdición, niegan a Dios y atraen sobre sí una pronta condenación.[vii][/i]


Ciertamente, el Padre Basilio Méramo malinterpreta la Encíclica, porque en primer lugar, ya con el título del numeral 6, vemos que en realidad, Su Santidad Pío IX está condenando el error de la supuesta bondad de todas las religiones; y en segundo con el título del numeral 7, vemos que en realidad, él está aseverando que sólo la Iglesia católica salva. En tercer lugar, se debe notar que el Papa Pío IX condena explícitamente la idea de que los hombres "que viven en el error y ajenos a la verdadera fe", se pueden salvar; o sea que no dice, que alguien se puede salvar por "i[i]gnorancia invencible", sino que si ellos "están dispuestos a obedecer a Dios y llevan una vida honesta y recta, pueden conseguir la vida eterna por la operación de la luz divina y de la gracia", lo que implica claramente que Dios se les puede aparecer directa o indirectamente, es decir, revelárseles de alguna forma, para que ellos se conviertan, sean bautizados y puedan ser así salvados; entonces Dios les mandaría misioneros para que ellos se convirtieran o aún se bautizaran de forma milagrosa, pero en lado alguno Pío IX está diciendo que ellos se van a salvar si en el bautismo, porque sino el Papa diría algo como: "quienes están en ignorancia invencible, no necesitan el bautismo, sino que se salvan igual", y eso es HEREJÍA. Si Pío IX hubiese declaro eso, entonces, sería un hereje, porque dijo S.S. el Papa Pablo III, en el Concilio de Trento, sesión 7, canon 5, EX CATHEDRA:
[/i]
Papa Pablo III escribió:Si alguno dijere que el bautismo [el sacramento] es libre, es decir, no necesario para la salvación (Juan 3, 5), sea ANATEMA

Pero Pío IX NO dijo eso, Pío IX enseñó que es necesario el bautismo y tergiversar las letras de sus encíclicas es algo muy malvado y diabólico, porque pone en peligro las almas de las personas. Y por cierto, la expresión "luz divina" de su encíclica, de acuerdo con la definición específica de la Santa Biblia, significa la verdad del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, es decir la fe católica, la cual suprime la ignorancia de las tinieblas. Eso sí, ciertamente la expresión "ignorancia invencible" es una expresión desafortunada que puede llevar a ciertas confusiones, pero por eso es necesario ver las cosas en su contexto y no sacarlas de contexto para tergiversarlas, como hacen estos defensores de los "bautismos" ficticios. Y he aquí, las citas bíblicas que respaldan lo que estoy diciendo:
Efesios 5, 8: [b style="mso-bidi-font-weight:
normal"]“Fuisteis algún tiempo tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor,[/b] andad, pues, como hijos de la luz”.
 
1 Tes. 5, 4-5: “Cuanto a vosotros, [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]hermanos [creyentes],[/b] no viváis en tinieblas, (…) porque todos [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]sois hijos de la luz e hijos del día[/b]”.
[b style="mso-bidi-font-weight:normal"] [/b]
Colosenses 1, 12-13: “Dando gracias a Dios Padre[b style="mso-bidi-font-weight:normal"], que os ha hecho capaces de participar [/b]de la herencia de los santos[b style="mso-bidi-font-weight:normal"] en la luz.[/b] [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]El Padre[/b] [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]nos libró del poder de las tinieblas[/b] y nos trasladó [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]al reino del Hijo[/b] de su amor”.
 
1 Pedro 2, 9: “Pero vosotros sois linaje escogido (…) pueblo adquirido para pregonar las excelencias del que [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]os llamó de las tinieblas a su luz admirable[/b]”.
 
2 Corintios 4, 3-4: [b style="mso-bidi-font-weight:
normal"]“Si nuestro evangelio queda encubierto, es para los que van a la perdición,[/b] para los incrédulos, cuyas inteligencias cegó el dios de este siglo [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]para que no brille en ellos la luz del Evangelio,[/b] de la gloria de Cristo que es imagen de Dios”.
 
2 Timoteo 1, 10: “Y manifestada al presente por la aparición de [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]nuestro Salvador,[/b] Cristo Jesús, que aniquiló la muerte y [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]sacó a luz la vida[/b] y la incorrupción por medio del Evangelio”.

Es claro entonces, que la "luz divina" es el Evangelio. Y por si todo esto fuera poco, todavía el mismo Papa dijo en el Concilio Vaticano:
Papa Pío IX escribió: “…[b style="mso-bidi-font-weight:normal"] nadie, sin embargo, ‘puede consentir a la predicación evangélica’, como es menester para conseguir la salvación, ‘sin la iluminación e inspiración del Espíritu Santo,[/b] que da a todos suavidad en consentir y creer a la verdad’”


Posteriormente analizaré el Denzinger, numeral 1647, pero antes vamos a ver unas citas más de Pío IX, por si a alguien le queda dudas:
[i]Notis et nobiscum, numeral 10, 8 de diciembre de 1849:
[/i]
Papa Pío IX escribió:“En particular hay que procurar que los mismos fieles tengan fijo en sus almas y profundamente grabado el dogma de nuestra santa Religión de que es necesaria la fe católica para obtener la eterna salvación. (Esta doctrina recibida de Cristo y enfatizada por los Padres y Concilios, está contenida también en las fórmulas de profesión de fe usadas por los católicos latinos, griegos y orientales)”

[i]Ubi primum, numeral 10, 17 de junio de 1847:
[/i]
Papa Pío IX escribió:Puesto que hay una sola Iglesia universal fuera de la cual absolutamente nadie se salva; ella contiene prelados regulares y seculares junto con los que están bajo su jurisdicción, todos quienes profesan un Señor, una fe y un bautismo

¡No podía ser más claro y categórico! Y para remate, el Syllabus, que yo noto que muchos los de la FSSPX de "estricta observancia", les encanta citar y hasta tienen páginas webs con el nombre de Syllabus; dice entonces el Syllabus de errores modernos, del 8 de diciembre de 1864, en su proposición número 16:
Papa Pío IX escribió:[b style="mso-bidi-font-weight:normal"]“[/b]Los hombres pueden encontrar en el culto de cualquier religión el camino de la salvación eterna y alcanzar la eterna salvación”[b style="mso-bidi-font-weight:normal"].[/b] – CONDENADO.

O sea, que Pío IX les está condenando la "ignorancia invencible", en sus caras heréticas; les está diciendo todo lo contrario a lo que los herejes quieren que diga; me parece una falta total de respeto al Papa Pío IX, ponerle palabras en su boca, haciéndolo decir lo que él NO dijo.

Séptima parte de la refutación a Méramo (15):
Yo mismo expresé en el numeral 13 de este documento de apostolado:
Lord Stob escribió:
Posteriormente analizaré el Denzinger, numeral 1647, pero antes vamos a ver unas citas más de Pío IX, por si a alguien le queda dudas:
Pues bien, lo cierto es que el numeral 1647 del Denzinger, proviene del documento Singulari quadam de Pío IX, fechado el 9 de diciembre de 1854, y que en realidad es una ALOCUCIÓN (o discurso) a los cardenales...O sea, NO es Magisterio infalible. Dice:

Papa Pío IX escribió:"En efecto, por la FE debe sostenerse que fuera de la Iglesia Apostólica Romana nadie puede salvarse; que ésta es la única arca de salvación; que quien en ella no hubiere entrado, perecerá en el diluvio. Sin embargo, también hay que tener por cierto que quienes sufren ignorancia de la verdadera religión, si aquélla es invencible, no son ante los ojos del Señor reos por ello de culpa alguna. Ahora bien, ¿quién será tan arrogante que sea capaz de señalar los limites de esta ignorancia, conforme a la razón y variedad de pueblos, regiones, caracteres y de tantas otras y tan numerosas circunstancias?"
En primer lugar eso, como mencioné NO es Magisterio infalible, ni un documento dogmático, y ni siquiera es una encíclica, NO es algo importante, ni siquiera deberían de tenerlo en cuenta si fuesen honestos; pero lo más irónico de todo esto, que ni siquiera en este documento cuasi sin valor, el Papa dice lo que los herejes quieren que diga, sino que más bien el Papa está aseverando que los "ignorantes invencibles"  no se hacen responsables por el pecado de infidelidad, pero de todos modos, se van a ir al infierno. Y esta objeción típica de los herejes es perfectamente rebatida por el hermano Dimond, en su insigne libro:
Hno. Pedro Dimond escribió:
[b style="mso-bidi-font-weight:normal"]SINGULARI QUADE[/b][b style="mso-bidi-font-weight:normal"]M[/b][b style="mso-bidi-font-weight:normal"], UNA ALOCUCIÓN (DISCURSO A LOS CARDENALES)[/b]
 
El primero de los documentos del Papa Pío IX, frecuentemente citado por los que creen en la salvación fuera de la Iglesia, es Singulari quadem, una alocución (un discurso a los cardenales) del 9 de diciembre de 1854:
 
“… quienes sufren ignorancia de la verdadera religión, si aquélla es invencible, no son ante los ojos del Señor reos por ello de culpa alguna[305].
 
En primer lugar, se trata de un discurso del Papa Pío IX a los cardenales. No es un pronunciamiento dogmático, ni siquiera una encíclica, ni siquiera una encíclica dirigida a toda la Iglesia.
 
¿Pero, el Papa Pío IX está diciendo que los ignorantes invencibles pueden ser justificados y salvarse en su condición? No. Más bien, él está afirmando que los “ignorantes invencibles” no se hacen responsables por el pecado de infidelidad, pero, aún así irán al infierno. Lea cuidadosamente la última parte de la frase, “no son reos POR ELLO de culpa alguna”, es decir, en lo que concierne a la infidelidad. Santo Tomás de Aquino explica que los incrédulos que nunca han oído hablar del Evangelio se condenan por sus otros pecados[b style="mso-bidi-font-weight:
normal"], [/b]los que no pueden ser remitidos sin la fe, no por el pecado de infidelidad (o falta de fe en el Evangelio)[306]. Estos otros pecados de los incrédulos sirven como razón por la cual Dios no les revela el Evangelio y que, en última instancia, los excluye de la salvación. Si uno entre ellos, sin embargo, fuera verdaderamente sincero y de buena voluntad, y cooperara con la ley natural, entonces Dios le enviará un predicador (incluso milagrosamente, si fuera necesario) para llevarle a él la fe católica y el bautismo. En la misma alocución, el Papa Pío IX dice lo siguiente respecto a una persona de buena voluntad que es invenciblemente ignorante:
 
“… y en modo alguno han de faltar los dones de la gracia celeste a aquellos que con ánimo sincero quieran y pidan ser recreados por esta luz”.
 
Santo Tomás de Aquino, De Veritate, 14, a. 11, ad 1: Objeción: [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]“‘Es posible que alguien pueda criarse en el bosque, o en medio de lobos; tal hombre no puede saber nada explícitamente de la fe[/b]’. Santo Tomás responde: ‘Es característica de la divina providencia proporcionar a cada hombre lo necesario para la salvación (…) siempre que de su parte no ponga obstáculo alguno. En el caso de un hombre que busca el bien y se aparta del mal, por la guía de la razón natural, [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]Dios, o le revelará a través de la inspiración interior lo que debe ser creído, o le enviará un predicador de la fe[/b]…”[307].
 
Santo Tomás de Aquino, Sent. II, 28, q. 1, a. 4, ad 4: “Si un hombre nacido entre naciones bárbaras, hace lo que puede, Dios mismo le mostrará lo que es necesario para la salvación, ya sea por la inspiración o el envío de un maestro para él”[308].
 
Santo Tomás de Aquino, Sent. III, 25, q. 2, a. 2, solute. 2: “[b style="mso-bidi-font-weight:normal"]Si un hombre no tiene a nadie para instruirle, Dios le mostrará,[/b] a menos que desee culpablemente permanecer donde está”[309].
 
Por lo tanto, el Papa Pío IX no estaba enseñando que las personas que son ignorantes de la fe católica se pueden salvar; él estaba diciendo que tales infieles no se condenan por la infidelidad. El hecho que todos los que mueren como ignorantes no católicos no se salvan, es la afirmación de toda la tradición católica y de todos los santos, además de ser la enseñanza dogmática de la Iglesia católica.
 
San Alfonso de Ligorio (†1760): [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]“Cuántos han nacido entre los paganos, entre los judíos, entre los mahometanos y herejes, y todos están perdidos[/b]”[310].
 
San Alfonso: “Si eres ignorante de las verdades de la fe, estás obligado a aprenderlas. Todo cristiano está obligado a aprender el Credo, el Padrenuestro y el Avemaría, bajo pena de pecado mortal. [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]Muchos no tienen idea de la Santísima Trinidad, de la Encarnación, del pecado mortal, del juicio, del paraíso, del infierno o la eternidad; y esta ignorancia deplorable los condena[/b]”[311].
[b style="mso-bidi-font-weight:normal"] [/b]
San Alfonso, Preparación para la Muerte: “¡Cuán agradecidos debemos estar de Jesucristo por el don de la fe! [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]¿Qué hubiera sido de nosotros si hubiésemos nacido en Asia, África, América, o en medio de herejes y cismáticos? El que no cree está perdido.[/b] Esta fue, pues, la gracia primera y más grande que nos ha sido dada: nuestro llamado a la fe verdadera. Oh Salvador del mundo, [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]¿qué sería de nosotros si no nos hubieras iluminado? Hubiéramos sido como nuestros antepasados, que adoraban animales o bloques de piedra y madera: y así todos habríamos perecido[/b]”[312].
 
Si bien que la Singulari quadem de Pío IX no enseñó la HEREJÍA de que hay salvación sin la fe católica por la ignorancia invencible, ella está débilmente redactada. El Papa Pío IX simplemente debió haber repetido el dogma definido muchas veces – esto es, que todos los que mueren sin la fe católica están perdidos –, y haber explicado claramente que nadie de buena voluntad se quedará en la ignorancia de la verdadera religión. Pero, debido a su declaración débilmente redactada, y la siguiente que vamos a examinar, ha resultado un verdadero desastre. Casi todos los que pretenden defender su creencia herética de que puede haber salvación fuera la Iglesia católica citan esta declaración falible del Papa Pío IX y la otra que vamos a examinar.
 
Lo que es interesante, sin embargo, y además confirma el punto anterior, es que en Singulari quadem, después de explicar que los ignorantes invencibles no son reos por ello de culpa alguna, ¡el Papa Pío IX declara que un católico debe mantener un Señor, una fe y un bautismo, y que es ilícito ir más allá en la inquisición! – probablemente en un intento de contener el progreso de la creencia de que habría salvación fuera la Iglesia por el “bautismo de deseo”. Las personas que creen en la salvación fuera la Iglesia casi nunca citan esta parte de la alocución.
 
Papa Pío IX, Singulari quadem: “A la verdad, cuando libres de estos lazos corpóreos, ‘veamos a Dios tal como es’ (1 Juan, 3, 2), entenderemos ciertamente con cuán estrecho y bello nexo están unidas la misericordia y la justicia divinas; mas en tanto nos hallamos en la tierra agravados por este peso mortal, que embota el alma, [b style="mso-bidi-font-weight:
normal"]mantengamos firmísimamente según la doctrina católica que hay ‘un solo Dios, una sola fe, un solo bautismo’ (Ef. 4, 5): Pasar más allá en nuestra inquisición es ilícito[/b]”[313].
 
Por lo tanto, incluso el Papa Pío IX, en la misma declaración citada malamente por los liberales contra el dogma fuera la Iglesia no hay salvación, amonesta que tal teoría sobre la salvación por los otros bautismos y otras creencias es ilícita.
La objeción fue respondida entonces, de forma clara y contundente.
Octava parte de la refutación a Méramo (16):
Ahora vamos con lo de "Inocencio II", citado por Méramo así:
P. Basilio Méramo escribió:El Papa Inocencio II (1130-1143) en respuesta al Obispo de Cremona, sobre el caso de un presbítero no bautizado que murió, dice: “Respondemos así a tu pregunta: el presbítero que, como por tu carta me indicaste, concluyó su día último sin el agua del bautismo, puesto que perseveró en la fe de la santa madre Iglesia, y en la confesión del nombre de Cristo, afirmamos sin duda ninguna (por la autoridad de los Santos Padres Agustín y Ambrosio), que quedó libre del pecado original y alcanzó el gozo de la vida eterna”. (Dz. 388).

Lo cita del Denzinger numeral 388 y ya expliqué precedentemente la realidad del Denzinger; habría que acomodarlo o conseguir siempre una versión lo más correcta posible del mismo; porque recordemos que así como hay muchas malas (y hasta pésimas) traducciones de la Santa Biblia, también hay igualmente malas (y pésimas) traducciones y versiones del Denzinger.
Sobre ese fragmento o numeral del Denzinger, se debe destacar que en primer lugar, ¿cómo va a existir un presbítero sin estar bautizado?, ¿esto es acaso una mala broma? Jajaja...Ese documento es falso, de autor desconocido, tan sencillo como eso; ¿acaso no ven que es un sinsentido total? ¡Qué vergüenza el Padre Méramo, al estar defendiendo estas herejías de forma tan bochornosa!, ¡y qué vergüenza Radio Cristiandad y su director Mario Fabián Vázquez (el hombre de un sólo apellido, como dirían los de Foro "Católico", otros herejes, donde corroboramos que "el muerto se ríe del degollado"...ya que Logan no dice su nombre ni su apellido; y yo, por ejemplo, sí lo he hecho en Twitter (con fotito y todo); véase Nicus17), por darle prensa a Méramo!
Incluso el hermano Dimond (que "no es monje", según los herejes difamadores; algo que no lo han podido comprobar, y que de última, no afectaría en lo más mínimo en su mensaje, por lo que dice aquél viejo refrán: "no te fijes quién lo dice, sino lo qué dice", o como decía mi profesor de filosofía: "lo importante es el contenido".), ha declarado:

Hno. Pedro Dimond escribió:[b style="mso-bidi-font-weight:normal"]RESPUESTA[/b]: En primer lugar, no hay tal cosa como un presbítero que no haya sido bautizado. La Iglesia enseña que quien no ha sido bautizado no puede recibir válidamente el sacerdocio. Este problema por sí solo demuestra que la declaración anterior no es infalible. [b style="mso-bidi-font-weight:
normal"]En segundo lugar, la fecha de este documento es desconocida, el autor es desconocido – no es en absoluto claro que se trata de Inocencio II – y la persona a quien va dirigida es desconocida. ¿Podría probar algo un documento como ese? No.[/b] Sigue siendo un misterio por qué se encuentra un documento de dudosa autenticidad en el Denzinger, un manual de las declaraciones dogmáticas. Esto es probablemente porque el Denzinger fue editado por Karl Rahner, un notorio hereje, cuyo sesgo herético lo llevó a incluir esta declaración claramente no magisterial, porque él es un creyente en el bautismo de deseo.
Luego el monje cita a Thomas Hutchinson, en su libro "Deseo y engaño" (pp.31-32), donde se explica:
Thomas Hutchinson escribió:
“Hablamos de la carta Apostolicam Sedem, [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]escrita a instancias del Papa Inocencio II (1130-1143), en una fecha desconocida a un obispo de Cremona a quien no se le conoce el nombre.[/b] Este último había escrito una pregunta al Papa sobre el caso de un presbítero que al parecer había muerto sin estar bautizado. Por supuesto, está definido que, en tal caso, él no pudo haber sido un presbítero, porque el sacramento del orden solo se confiere válidamente a los bautizados”.
 
---- Aquí va el texto de la carta que citamos más arriba: Respondemos así a tu pregunta: el presbítero que, como por tu carta me indicaste, concluyó su día último sin el agua del bautismo, puesto que perseveró en la fe de la santa madre Iglesia, y en la confesión del nombre de Cristo, afirmamos sin duda ninguna (por la autoridad de los Santos Padres Agustín y Ambrosio), que quedó libre del pecado original y alcanzó el gozo de la vida eterna”. (Dz. 388). ----
 
      “Ahora, hay más que de algunos problemas relacionados con esta carta. En primer lugar, ella depende enteramente del testimonio de San Ambrosio y San Agustín para su conclusión. Sus premisas son falsas, porque los Padres citados en realidad no sostuvieron las opiniones aquí atribuidas a ellos (autor: como se ha señalado, una mera expresión sentimentalmente especulativa no prueba que ellos la sostuvieran como enseñanza oficial)…
      “[b style="mso-bidi-font-weight:normal"]Por último, incluso hay una duda de quién escribió esta carta.[/b] Muchas autoridades la atribuyen a Inocencio III (1198-1216). Esta duda se menciona en el Denzinger. La carta tampoco está en armonía con la totalidad de sus declaraciones. En cualquier caso, un intervalo de 55 años separó los dos pontificados. [b style="mso-bidi-font-weight:
normal"]Entonces, se presenta una carta privada de la que se desconoce la fecha, el autor y a quién está dirigida, como llevando sobre sí todo el peso del magisterio solemne, carta a su vez basada en premisas falsas y contradiciendo innumerables documentos irrefutablemente válidos y solemnes.[/b] [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]Si esta misiva (carta) tratara de cualquier otra doctrina, ni siquiera se la tomaría en cuenta.[/b] Pero como veremos, sin embargo, la mistificación y el engaño son parte de la historia sobre este tema de la salvación. Tal vez esta carta se atribuyó a Inocencio III debido a su afirmación de que las palabras de la consagración en la Misa no deben en realidad ser pronunciadas por el sacerdote, sino solo pensadas interiormente – una especie de Eucaristía por deseo. Posteriormente, Santo Tomás de Aquino lo reprendió sobre este punto.
      “[b style="mso-bidi-font-weight:normal"]Pero Inocencio III es la clave  para entender la enseñanza original de la Iglesia sobre este tema.[/b] [b style="mso-bidi-font-weight:
normal"]En su tiempo (como siempre hasta el segundo concilio de Baltimore) estaba prohibido enterrar en tierra consagrada a los no bautizados (sean catecúmenos o incluso hijos de padres católicos).[/b] Él explicó la racionalidad de esta ley al escribir: ‘Ha sido decretado por los sagrados cánones, que no debemos tener comunión con aquellos que están muertos, si no nos hemos comunicado con ellos mientras vivían’ (Dec. III, XXVIII, xii)”. – Fin de la cita de Deseo y Engaño.
Ahí está la explicación clara; y por eso el monje concluye con toda razón:

Hno. Pedro Dimond escribió:Estas consideraciones descartan cualquier argumento a favor del bautismo de deseo. La carta, si bien por cierto no es infalible, podría ser una falsificación.

No afirma que sea una falsificación, pero podría serlo, así que me parece muy pero realmente muy patético que Méramo (y similares) utilicen ese documento de MUY DUDOSA AUTENTICIDAD para defender el "bautismo" de deseo; con eso se entierran a ellos mismos, pues podrían al menos, usar otros argumentos más inteligentes, pero no, la ceguera del hereje, le hace caer en errores toscos.
Novena parte de la refutación a Méramo (17):
Prosigue Méramo:
P. Basilio Méramo escribió:El Papa Inocencio III (1198-1216) asevera con relación al bautismo de fuego (flaminis, caridad) o de deseo: “Nos has comunicado que cierto judío, puesto en el artículo de la muerte, como se hallara solo entre judíos, se inmergió a sí mismo en el agua diciendo: ‘Yo me bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén’. Respondemos que teniendo que haber diferencia entre el bautizante y el bautizado, como evidentemente se colige de las palabras del Señor: Id, bautizad a todas las naciones en el nombre etc. [cf. Mt. 28, 19], el judío en cuestión tiene que ser bautizado de nuevo por otro, para mostrar que uno es el bautizado y otro el que bautiza… Aunque si hubiera muerto inmediatamente, hubiera volado al instante a la patria celeste por la fe en el sacramento, aunque no por el sacramento de la fe”. (Dz. 413). Ante esto que más se puede replicar sin ser hereje.

Bueno, aparentemente el Papa Inocencio III dice que una persona que se bautizó a sí mismo pudo salvarse, por el deseo de obtener el sacramento, pero en realidad, esto tampoco es probatorio para el "bautismo" de deseo; pero más allá de eso, esto pertenece a una simple carta al obispo de Metz, lo cual no deja de ser anecdótico, no constituyendo Magisterio infalible, así que no es válido este argumento, y es otra prueba más de la deshonestidad de estos herejes liberales y laxistas.
Pero además, comparemos esto, con algo del propio Papa Inocencio III, que sí es infalible; por ejemplo, un Concilio ecuménico como el IV Concilio de Letrán (el XII Concilio ecuménico de la Santa Iglesia católica, fechado en el año 1215), en la Constitución número 1, de ese año, EX CATHEDRA:

Papa Inocencio III escribió:[b style="mso-bidi-font-weight:
normal"]“En cambio, el sacramento del bautismo (que se consagra en el agua por la invocación de Dios y de la indivisa Trinidad, es decir, del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo) aprovecha para la salvación, tanto a los niños como a los adultos [/b]fuere quienquiera el que lo confiera debidamente en la forma de la Iglesia”

Es decir, que el bautismo es con agua, por la invocación de Dios (la Santísima Trinidad, del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo), tanto en niños como en adultos, sin importar el que bautice (pero tiene que ser otro, obviamente, ¿cómo uno se bautizar a uno mismo?; ¡eso no tiene sentido, por favor!), siempre y cuando lo haga en la forma en que lo hace la Iglesia; o sea, que no se necesita ser sacerdote para bautizar, ni diácono, ni monje, hasta un laico o inclusive un no creyente, puede hacerlo, siempre y cuando lo haga en la forma en que lo hace la Iglesia. Lo aclaro, por si se necesita un bautismo de emergencia, sin tanta ceremonia; porque Dios no va a permitir, en su infinita misericordia, que alguien que realmente busca la fe, busca salvarse y hacer el bien, o sea, ser católico (ingresar a la Iglesia), se muera sin el bautismo de agua. Aún tenga que salir el agua de un manantial subterráneo, o por un géiser, y venga alguien cualquiera, para que lo bautice; es decir, los bautismos milagrosos pueden ser posibles, y negar esto, es negar la omnipotencia de Dios.

Me da gracia el cinismo de Méramo al afirmar:
P. Basilio Méramo escribió:Ante esto que más se puede replicar sin ser hereje.

Pues el hereje es usted, simplemente eso. Y es lamentable que un sacerdote, en lugar de hacer lo que tiene que hacer, se dedica a difundir herejías y mentiras. En verdad, más que gracioso, en realidad, es triste...Tiene sus dos puntos de vista; pero de última da lástima.


P. Basilio Méramo escribió:Es por esto que el Derecho Canónico de 1917 dice en el canon 737 § 1: “El bautismo, fuerza y fundamento de los Sacramentos, y cuya recepción de hecho o por lo menos con el deseo es necesaria a todos para salvarse, sólo se confiere válidamente por la ablución hecha con agua verdadera y natural, acompañada de la forma verbal prescrita”.

En serio, ¿cómo a los herejes les encanta las citas de cualquier lado, que no son Magisterio infalible? Según el razonamiento "meramoniano" (de Méramo), el Código de Derecho Canónico de 1917, es algo infalible, pero NO lo es. ¿Por qué? Porque ni siquiera obliga a TODA la Iglesia, sino que sólo es válido para la parte latina y no para la parte oriental, así que ya tan sólo con esto, se echa por tierra, la falacia meramoniana (de Méramo). El propio Código dice al principio, bien clarito, lo siguiente en su cánon número 1: 

CIC 1917, #1 escribió:“Aunque en el Código de Derecho Canónico muchas veces se hace también referencia a la disciplina de la Iglesia oriental, [b style="mso-bidi-font-weight:
normal"]aquél [Código], sin embargo, se dirige tan sólo a la Iglesia latina y no obliga a la oriental, [/b]a no ser cuando trata de aquellas materias que por su misma naturaleza atañen igualmente a la oriental”

Con esto, ya el mismo Código dice todo como son las cosas...Y los herejes, son muy malos, en verdad, porque ¿cómo pueden negar esto, que está al principio del Código? ¡No tienen excusa! El canon 737 debería ser corregido, y debería decir algo como:
Propuesta de CIC 2013, # 737, S1 escribió:§ 1 “El bautismo, fuerza y fundamento de los Sacramentos, y cuya recepción de hecho y con el deseo, es necesario a todos para salvarse; y sólo se confiere válidamente por la ablución hecha con agua verdadera y natural, acompañada de la forma verbal prescrita”.

Así quedaría mejor.
Décima parte de la refutación a Méramo (18):
Asevera Méramo:

P. Basilio Méramo escribió:Queda claro que no hace falta negar el bautismo de deseo ni el de sangre, para rechazar la herejía de los modernistas y de su falsa libertad religiosa, según la cual afirman que cualquiera se puede salvar en cualquier religión, siguiendo los dictámenes de su conciencia, lo cual ha sido condenado: “Para que, con cuanto esfuerzo podáis, arrojéis de la mente de los hombres aquella a par impía y funesta opinión de que en cualquier religión es posible hallar el camino de la eterna salvación”. Dz. 1646). Tal como afirma el Papa Pío IX.

¡Increíble! ¡Inaudito! ¡Qué decepcionante que es el Padre Méramo! ¿Se puede ser más 'cuenta-musas'? Es lógico que hace falta negar--y negar enérgicamente--la MENTIRA de los "bautismos" ficticios, que es cierto que no fueron inventados en el siglo XX, sino que vienen de muy antiguo, pero no por eso son verdaderos, cayendo pues en la falacia ad antiquitatem, la cual NO es lo mismo que la Tradición (como erróneamente creen los ateos, como los de la Wikipedia), porque una cosa son las "tradiciones" humanas (con minúscula), y otra cosa muy distinta es la Tradición divina, que proviene de Dios. Y el Padre Méramo está dejándose llevar por "tradiciones" humanas (estos "bautismos" ficticios, por ejemplo), en lugar de apegarse a la Santa Tradición, que viene de Dios. Y efectivamente, el Papa Pío IX, nos da la razón a nosotros los católicos, y no a los herejes como Méramo. 

P. Basilio Méramo escribió:El Papa Gregorio XVI (1831-1846) decía: “Y de esta de todo punto pestífera fuente del indiferentismo, mana aquella sentencia absurda y errónea, o más bien, aquel delirio, de que la libertad de conciencia ha de ser afirmada y reivindicada para cada uno”. (Dz. 1613).
Tal y cual hoy se piensa y cree gracias al herético e ilegítimo Concilio Vaticano II, la Carta Magna de la Apostasía Universal cual nunca sea visto ni jamás se verá.
Sí, bien dicho lo afirmado por el Papa Gregorio XVI, lo cual contradice no sólo el Conciliábulo Vaticano II, sino también a los "bautismos" ficticios que Méramo defiende, porque con esos bautismos no sacramentales, no se entra a la Iglesia, y al afirmarlos, se está diciendo que, en ciertas circunstancias, puede haber salvación fuera de la Iglesia, lo cual es tremendamente HERÉTICO.

P. Basilio Méramo escribió:
Y Pío IX citando a Gregorio XVI, dice: “Partiendo de esta idea, totalmente falsa, del régimen social, no temen favorecer la errónea opinión, sobremanera perniciosa a la Iglesia Católica y a la salvación de las almas, calificada de ‘deliro’ por nuestro antecesor Gregorio XVI, de feliz memoria, de que ‘la libertad de conciencia y de cultos es derecho propio de cada hombre, que debe ser proclamado y asegurado por la ley en toda sociedad bien constituida, y que los ciudadanos tienen derecho a una omnímoda libertad, que no debe ser coartada por ninguna autoridad eclesiástica o civil, por el que puedan manifestar y declarar a cara descubierta y públicamente cualesquiera conceptos suyos, de palabra, o por escrito o de cualquier otra forma’. Mas al aceptar esta temeraria afirmación no piensan ni consideran que están proclamando una libertad de perdición…”. (Dz. 1690).
Hoy todos los que se dicen ser católicos piensan como algo muy natural y justo lo que ha sido condenado por la Iglesia de siempre, tal como se puede ver en las siguientes proposiciones que fueron condenadas y que hoy todos las aceptan.
“Todo hombre es libre de abrazar y profesar la religión que guiado por la luz de la razón tuviere por verdadera”. (Dz. 1715). Proposición condenada por Pío IX.
“Los hombres pueden encontrar en el culto de cualquier religión camino de la salvación eterna y alcanzar la eterna salvación”. (Dz.1716).
Proposición igualmente condenada, lo mismo que la siguiente.
“Por lo menos deben tenerse fundadas esperanzas acerca de la eterna salvación de todos aquellos que no se hallan de modo alguno en la verdadera Iglesia de Cristo”. (Dz. 1717).
No olvidemos la regla de oro expresada por Santo Tomás de Aquino: “A la divina Providencia pertenece que se provea a cada uno lo necesario para la salvación, con tal que de parte de ellos no se impida. (De Ver. q.14 a.11 ad. 1) o también: “Dios no nos falla en aquello que nos es necesario. (De Ver. q.14 a.11 ad. 2).
La doctrina sobre el bautismo queda reflejada en esto que dice el Doctor Común: “Nunca los hombres se pudieron salvar, aún antes del advenimiento de Cristo, si no se hacían miembros de Cristo”. (S. Th. III q.68 a.1 ad 1).
“Antes de Cristo, los hombres se incorporaban a Cristo por la fe en su advenimiento futuro”. (S. Th. III q.68 a.1 ad.1).
“Por consiguiente el bautismo pertenece a la santificación visible, vemos que sin el sacramento del bautismo alguien puede conseguir la salvación por la santificación invisible”. (S. Th. III q. 68 a.2 sed contra).
“Y por esto, aunque el mismo sacramento del bautismo no haya sido siempre necesario para salvarse, sin embargo la fe, de la cual el bautismo es sacramento, siempre fue necesaria”. (S. Th. III q.68 a.1 ad 1).
“La remisión de los pecados de algunos se conseguía antes del bautismo según se tenía el bautismo de deseo, sea explícito o implícito; y sin embargo cuando se recibía realmente el bautismo, se producía la remisión plena en cuanto a la liberación de toda la pena”. (S. Th. III q.69 a.4 ad.2). Claro que como siempre el hereje no es tomista desconociendo a Santo Tomás de quién se valió el Concilio de Trento.

Vemos que Méramo dice una cuántas verdades, para mezclarlas con la mentira, y así afirmar su herejía. Es un truco muy sucio el que él utiliza; y el cita a Santo Tomás de Aquino donde dice: "“Por consiguiente el bautismo pertenece a la santificación visible, vemos que sin el sacramento del bautismo alguien puede conseguir la salvación por la santificación invisible”. (S. Th. III q. 68 a.2 sed contra)." Eso es incorrecto, pero no de mala fe de Santo Tomás, sino una simple "herejía" material; sin el bautismo nadie se salva, sin el bautismo nadie puede ser santo (sí, sí, Gandhi NO es santo, señores progres y laxistas); y claro, la Summa Theológica NO es infalible.
Y yo no tengo nada contra Santo Tomás de Aquino, pero lo cierto es que todos nos podemos equivocar, incluso los grandes santos y doctores como Santo Tomás de Aquino; en cambio la Iglesia nunca se equivoca, su Magisterio es infalible y es en eso, lo que debemos siempre hacerle caso, no a cualquier cosa que diga cualquier doctor, cualquier santo, o cualquier cosa que diga un Papa de forma no ex cathedra, como una simple carta particular o un discurso a algunos obispos, o algún catecismo o algún Código no obligatorio para toda la Iglesia...

P. Basilio Méramo escribió:Hay que advertir para no caer en la herejía del naturalismo, mal interpretando los textos en los cuales se habla de un deseo implícito como el que tiene buena voluntad y cumple con la ley natural, pensando que uno se salvaría por el cumplimiento de dicha ley natural, sin la fe y sin la gracia; esto sería un grave error y herejía a las que el mundo de hoy es muy propenso. Para salvarse siempre se requiere la fe y la gracia, y la fe católica en Dios uno y trino que es lo que especifica a la religión de la Iglesia Católica.

¡Barbaridad, qué mareador! El Padre Méramo desprecia el bautismo de agua, con sus "bautismos" ficticios y todavía tiene el cinismo y desfachatez total de hacer advertencias para no caer en la herejía del naturalismo, cuando él mismo cae en esa herejía, al inventarse "bautismos" falsos, no sacramentales, carentes de todo valor, por los cuales no se ingresa a la Iglesia católica. La única forma de ingresar a la Santa Iglesia católica, fuera de la cual no hay salvación posible, es a través del bautismo cuya materia es el agua natural. ¡Sin más vueltas!
Undécima parte de la refutación a Méramo (19):
Méramo afirma:

P. Basilio Méramo escribió:Lo que se quiere decir, es que Dios, al que cumple la ley natural y tiene, así, buena voluntad, lo ilumina con la luz dela fe de su gracia; y no que se salva por la ley natural sin la fe y sin la gracia, pues el justo vive de la fe y sin fe es imposible agradar a Dios. Por eso el Concilio de Trento dice: “Mas cuando el Apóstol dice que el hombre se justifica por la fe [Can. 9] y gratuitamente [Rom. 3, 22-24], estas palabras han de ser entendidas en aquel sentido que mantuvo y expresó el sentir unánime de la Iglesia Católica, a saber, que se dice somos justificados por la fe, porque ‘la fe es el principio de la humana salvación’, el fundamento y raíz de toda justificación; sin ella, es imposible agradar a Dios [Hebr. 11,6] y llegar al consorcio de sus hijos; y se dice que somos justificados gratuitamente, porque nada de aquello que precede a la justificación, sea la fe, sean las obras, merece la gracia misma de la justificación; porque si es gracia, ya no es por las obras; de otro modo (como dice el mismo Apóstol) la gracia ya no es gracia [Rom. 11,16]“. (Dz. 801).

Por esto Santo Tomás con gran claridad y profundidad, pudo afirmar que con el primer acto racional y libre que el hombre ejerce cuando tiene uso de razón, si se ordena al fin último, Dios le da la gracia y se le borra el pecado original poniéndose en estado de gracia y si no, se pone en estado de condenación: “Y si alguno se ordena a sí mismo al debido fin por la gracia conseguirá la remisión del pecado original. Si por el contrario no se ordena a sí mismo al debido fin, según en aquella edad es capaz de discreción, peca mortalmente, no haciendo lo que en sí es”. (S. Th. I II q.89, a.6).

Un poco más de verdades, para mezclarlas con la mentira y así lograr confundir a incautos...Esto es así: al que cumple la ley natural y tiene buena voluntad, Dios lo ilumina y lo hace que se bautice, porque sin el bautismo, por más "buenito" que sea, se va a ir al infierno igual.

P. Basilio Méramo escribió:
Lo mismo es afirmado en este otro texto: “Cuando se comienza a ser adulto, si hace lo que en sí es, se le dará la gracia por la cual será inmune del pecado original, si no lo hace, será reo de pecado de omisión. Pues cada cual está obligado a evitar el pecado, y esto no lo puede hacer si no se determina a sí mismo hacia el fin debido; cada uno está obligado cuando llega al uso pleno de razón, a convertirse a Dios y constituirlo en su fin, y por esto se dispone la gracia”. (De Ver. q.28 a.3 ad.4).
Esta misma doctrina la podemos ver en: II Sent. dist.42, q.1, a.5, ad 7; De Malo q.5, a.2, ad 8; De Malo q.7, a.10, ad 8 y De Ver. q.24, a.12, ad 2.
Y debe quedarnos claro que Dios al dar la gracia, infunde la fe, porque la gracia no puede existir sin la fe. Por eso es un error de muchos teólogos y predicadores que dicen que para salvarse los que están en el error invencible, sin culpa y con buena voluntad siguiendo la ley natural, se salvan si creen en un Dios remunerador. Lamento mucho, pero esto si se mira bien, es una supina herejía, porque la fe es en el Dios Uno y Trino y en el Verbo Encarnado, y no en un simple Dios remunerador conocido por la luz de la razón y del puro orden natural.

Más de lo mismo; él habla de la supina herejía de otros, pero no puede ver su propia supina herejía y contradicción interna, ya que alguien con el mero deseo de bautizarse, ¡no se está ya bautizando! Y afirmar que sí lo está, es una supina herejía, casi del mismo grado que la otra que él tanto critica...

P. Basilio Méramo escribió:
Por eso Santo Tomás decía que siempre se creyó, tanto en la época del Antiguo como del Nuevo Testamento, en los misterios de la Santísima Trinidad y la Encarnación y por eso es una misma la fe específica y formal, esencial, sustancial y sobrenaturalmente hablando. Así Santo Tomás dice: “Pero antes del pecado y después, fue necesario a los mayores tener la fe explícita en la Trinidad”. (De Ver. q.14, a.11), y por mayores entiende Santo Tomás, los Patriarcas, los Profetas y todo aquel que tenía en el Antiguo Testamento la misión de enseñar y guiar al pueblo elegido.
Así mismo después del pecado hasta el tiempo de gracia, los mayores debían tener la fe explícita en el Redentor, los menores implícitamente o en la fe de los Patriarcas y los Profetas, o en la divina providencia. En el tiempo de la gracia, los mayores y menores, de la Trinidad y del Redentor, tenían que tener la fe explícita; sin embargo, todo lo creíble acerca de la Trinidad o del Redentor, no tenían los menores explícitamente que creerlo, sino solo los mayores. Los menores sin embargo tenían que creer explícitamente los artículos generales, como Dios es trino y uno, el Hijo de Dios se encarnó, murió y resucitó, y las otras cosas que del mismo modo la Iglesia festeja”. (De Ver. q.14, a.11).
Por eso es la misma fe trinitaria, la de Abraham, Isaac y Jacob y la nuestra, y por eso Moisés deseó ver su día como lo dice Nuestro Señor mismo, lástima que estas cosas no han sido suficientemente conocidas y vistas por los teólogos para enseñárselo común y corrientemente a los fieles.
Muy bien, sigamos...Ahí no hay error.

P. Basilio Méramo escribió:
La Iglesia, además, se pronunció sobre el asunto del significado del dogma fuera de la Iglesia no hay salvación y del bautismo de deseo (voto) con la excomunión fulminada por el Papa Pio XII en 1953 y el decreto del Santo Oficio del 8 de Agosto de 1949 dice: “Ahora bien, entre las cosas que la Iglesia siempre ha predicado y nunca dejará de predicar, está contenida la declaración infalible por la cual nos enseña que no hay salvación fuera de la Iglesia. Sin embargo, este dogma debe ser entendido en ese sentido en el que la Iglesia misma lo entiende. Porque no fue a los juicios privados que nuestro Salvador dio una explicación a aquellas cosas que están contenidas en el depósito de la fe, sino a la autoridad magisterial de la Iglesia. (…) Por lo tanto, que uno puede obtener la salvación eterna, que no siempre es necesario que se le incorpore a la Iglesia en realidad como miembro, pero es necesario que por lo menos esté unido a Ella por el deseo y el anhelo. Sin embargo, este deseo no siempre tiene que ser explícito, como es en los catecúmenos, puesto que si una persona está en la ignorancia invencible, Dios acepta también un deseo implícito, así llamado porque está incluido en esa disposición buena del alma, por la cual una persona desea que su voluntad sea conforme a la voluntad de Dios. Estas cosas fueron claramente enseñadas en la carta dogmática emitida por el Sumo Pontífice, el Papa Pío XII, el 29 de junio de 1943, en Mystici Corporis. En esta carta, el Soberano Pontífice distingue claramente entre los que están incorporados en la Iglesia como miembros, y los que están unidos a la Iglesia sólo por el deseo. (…) Con estas sabias palabras que reprueba tanto a los que excluyen de la salvación eterna a todos los que están unidos a la Iglesia sólo por el deseo implícito, y los que falsamente afirman que los hombres pueden salvarse igualmente en todas las religiones”.
Posteriormente el Papa Pío XII excomulga al Padre Feeney por el decreto del 13 de febrero de 1953 en el que dice: “…suspendido a divinis por desobediencia grave a la autoridad eclesiástica y no temiendo a pesar de las repetidas advertencias y amenazas en incurrir en excomunión ipso facto, los eminentes Padres encargados de salvaguardar los asuntos de la fe y moral, en su sesión plenaria celebrada el miércoles 4 de febrero de 1953, lo declara excomulgado a todos los efectos de la ley. El jueves 12 de febrero de 1953, nuestro Santo Padre Pío XII, por la Divina Providencia Papa, aprobó y confirmó el decreto de los eminentes Padres, y ordenó que se convirtiera en un asunto de derecho”. Este decreto de excomunión del P. Feeney fue publicado en las Actas de la Sede Apostólica el 16 de febrero de 1953.
Queda claro el sentido de la Iglesia sobre el dogma de fe: Fuera de la Iglesia no hay salvación, y que si es negado el bautismo tanto de deseo como de sangre se incurre en una herejía.
P. Basilio Méramo
Bogotá, 29 de Julio de 2013


Aquí volvemos al "quid de la cuestión", como yo mismo lo definí anteriormente, en el numeral 8 de este documento apologético; y primeramente me remito a lo allí explicado: http://vsuis.forouruguay.net/t219-refutacion-de-los-bautismos-ficticios#1278
Ese decreto de excomunión no fue publicado oficialmente por el Papa Pío XII y si él lo hubiese hecho, hubiese incurrido en herejía, pecando mortalmente contra la fe.  Lo cierto es que el Papa Pío XII cometió algunos errores, sin llegar a la herejía y todo esto lo explica muy bien el hermano Pedro en el libro, antes mencionado:

Hno. Pedro Dimond escribió:
Una de las razones por las que el herético y nocivo Protocolo 122/49 ganó tal impulso en la mente de tantos obispos y sacerdotes, y pudo literalmente destruir por completo la creencia en el dogma (que los que mueren no católicos se pierden) en casi todo el mundo católico, fue porque pensaban que tenía la aprobación a lo menos tácita del Papa Pío XII.  De hecho, el documento afirma que él sí lo aprobó. La verdad es que él no lo firmó, ni lo promulgó en ninguna manera que pudiese afectar la infalibilidad. Incluso no fue publicado oficialmente. Y obviamente ningún Papa podría haber firmado el Protocolo ya que es bastante herético, como he demostrado.
 
Si el Papa Pío XII hubiera estado de acuerdo con el Protocolo y la persecución al Padre Feeney por predicar el dogma, entonces él no era más que simplemente un pecador mortal contra la fe. Si él se hubiera pronunciado a favor del Protocolo y en contra del P. Feeney entonces habría sido un hereje. Esto es simplemente un hecho. Si el Papa Pío XII hubiese negado el dogma – como lo hicieron los sacerdotes del Colegio de Boston, por ejemplo – y asentido a la sofocante represión a la predicación apostólica del Padre Feeney, entonces Pío XII se habría convertido en un hereje y en un enemigo de la fe.
 
Si el Papa Pío XII pensaba que el Padre Feeney estaba predicando su propia doctrina por afirmar exactamente lo que aseveró el Papa Gregorio XVI en Summo iugiter studio y lo que la Cátedra de Pedro ha definido dogmáticamente (que todos que mueren no católicos se pierden), entonces él no entendía la primera cosa sobre la fe católica – y de hecho no la poseería.
 
Se debe recordar que no todas las decisiones de un Papa son infalibles. En el estudio de los errores papales a través de la historia como parte de los preparativos para la declaración dogmática de la infalibilidad papal, los teólogos de Vaticano I encontraron que más que 40 Papas sostuvieron opiniones teológicas erradas. Pero ninguno de esos errores fueron enseñados por los Papas desde la Cátedra de Pedro. En un caso bien conocido de error papal, el Papa Juan XXII sostuvo la falsa opinión que los justos del Antiguo Testamento no recibirían la visión beatífica hasta después del Juicio Final[630].
 
Tal vez el caso más claro de error papal en la historia de la Iglesia fue el “sínodo cadavérico” de 897. Esto fue donde el cuerpo muerto del Papa Formoso – que a todas luces era un Papa santo y devoto – fue condenado después de su muerte por el Papa Esteban VII por una serie de supuestas violaciones de ley canónica[631]. Esta condenación del Papa Formoso por el Papa Esteban VII fue anulada por el Papa Teodoro II y el Papa Juan IX, pero favorecida por el Papa Sergio III[632]. Esto debería mostrarnos muy claramente que no todas las decisiones, discursos, opiniones o juicios de un Papa son infalibles. Un Papa es infalible cuando habla desde la Cátedra de Pedro o reitera lo que la Iglesia siempre ha enseñado en su magisterio ordinario y universal.
 
El Papa Honorio I fue condenado por el III Concilio de Constantinopla por fomentar la herejía monotelita (la creencia que Cristo sólo tenía una voluntad) en dos cartas al patriarca Sergio. Así, al igual que el Papa Honorio I (625-638) fue condenado por promover la herejía por el III Concilio de Constantinopla y otros concilios ecuménicos[633], el Papa Pío XII habría caído en herejía si hubiera sostenido que los no católicos podrían salvarse y hubiera apoyado la persecución al Padre Feeney por afirmar la doctrina católica por siempre enseñada.
 
Recuérdese que el Papa Pío XII no fue de ningún modo un firme tradicionalista. Sus reformas, omisiones y fracasos pavimentaron el camino para el Vaticano II. Algunas de las cosas que Pío XII hizo son:
 
·         Él promovió a Annibale Bugnini, el autor de la Nueva Misa, y comenzó la reforma litúrgica con la introducción de reformas en los ritos de Semana Santa. Un buen número de eruditos litúrgicos piensan que las reformas de Semana Santa fueron terribles. Un ejemplo es el haber permitido distribuir la santa comunión el Viernes Santo. El decreto del Santo Oficio sobre la comunión frecuente bajo el Papa San Pío X, cita al Papa Inocencio XI, que condenó tal práctica.
·         Él promovió a hombres como Angelo Roncalli (más tarde Juan XXIII) y Giovanni Montini (más tarde Pablo VI), sin las cuales promociones estos hombres nunca habrían tenido la influencia o causado la destrucción inmensurable que ellos hicieron.
·         Él dijo que la evolución teísta se podía enseñar en las escuelas católicas (Humani generis, 1950), que es nada menos absurda – y posiblemente herética.
·         Él enseñó que el control de la natalidad podría ser usado por las parejas mediante el método del ritmo (o Planificación Natural de la Familia), que es una frustración y una subordinación del propósito primario del acto conyugal – la concepción.
·         Él permitió la persecución y la posterior excomunión del Padre Leonard Feeney, ya sea por complicidad o negligencia intencional, por hacer lo que todo sacerdote católico debe hacer: predicar el Evangelio, defender la fe y adherir al dogma definido.
 
Este último crimen fue de lo más grave. Con la persecución del Padre Feeney, las “autoridades” en Boston y Roma no sólo no ayudaron al Padre Feeney en su lucha para convertir a los no católicos, ¡sino que en realidad la detuvieron! Téngase en cuenta lo siguiente: Los hombres que deberían fomentar la salvación de las almas y la conversión a la verdadera fe en realidad hicieron el máximo de difícil que fuere posible para que el Padre Feeney lo hiciera. Ellos hicieron tan dura cuanto pudieron su tarea de entregar el mensaje salvífico de Cristo – que la salvación sólo viene por pertenecer a la Iglesia que Él estableció –, dando a la vez la falsa impresión a millones de no católicos que ellos estaban bien en el estado de condenación en el cual se encontraban. Richard Cushing, el arzobispo apóstata de Boston, quien primero silenció al Padre Feeney – no sobre el bautismo de deseo, sino sobre el dogma extra ecclesiam nulla salus (fuera la Iglesia no hay salvación) – se jactó antes de su muerte que él nunca había hecho un sólo converso en toda su vida
Duodécima parte de la refutación a Méramo (20): 
Además, yo ya había refutado a uno de Apologética "Católica" (más bien debería llamarse Apologética "Herética"), sobre este asunto:
Lord Stob escribió:
Breve refutación al artículo de apologética "católica" que promueve la herejía modernista-laxista
  Lord Stob el Dom Jul 07, 2013 11:48 pm
[b style="mso-bidi-font-weight:
normal"]BREVE REFUTACIÓN AL ARTÍCULO DE APOLOGÉTICA “CATÓLICA” QUE PROMUEVE LA HEREJÍA MODERNISTA-LAXISTA. [/b]

 

Ante esto:

http://www.apologeticacatolica.org/Iglesia/LaIglesiaN02.html

 

 

Pues bien, entonces usted confiesa que NO cree en verdad, en la totalidad del dogma “fuera de la Iglesia NO hay salvación”, pues usted, basándose en un supuesto “catecismo” de San Pío X (¡pobre San Pío X, calumniado de esta forma!), alega que el dogma “fuera de la Iglesia NO hay salvación”, excepto por “ignorancia invencible”, algo FICTICIO, que niega la predestinación católica, niega la Divina Providencia.

 

Dice usted pomposamente:

 

“De parte de tradicionalistas, hay tendencias que aferrándose a la interpretación rigorista del dogma lo interpretan de forma literal y absoluta excluyendo inclusive a aquellos que por ignorancia invencible llegaron a escuchar el evangelio. Algunos inclusive cayendo en sedevacantismo llegan al extremo de señalar herético al Concilio Vaticano II y a los Papas que le siguieron.”

 

Esas no son “tendencias” sino que es una realidad, que el dogma, debe interpretarse de forma LITERAL y ABSOLUTA, excluyendo a aquellos que por la supuesta “ignorancia invencible” no llegaron escuchar los Santos Evangelios. Y sí, el sedevacantismo totalista es cierto y el “Concilio” (Conciliábulo en verdad) Vaticano II es herético y cismático y sus “Papas” no son más que Antipapas.

Debo aclarar que el supuesto “catecismo” atribuido a San Pío X no vino de su pluma ni fue promulgado solemnemente por él; de hecho no hay bula infalible alguna que promulgue dicho “catecismo”, sino que es sólo un “catecismo” falible, que tiene algunos errores: por ejemplo, la respuesta a la pregunta 17, contradice a la 16, y esto que va contra la lógica, ya nos iría demostrando, que no pudo haber sido escrita por San Pío X, ni siquiera por una sola persona…Veamos; dice la 16:

 

Catecismo mayor de San Pío X, Los Sacramentos, “Bautismo”, P. 16: “P. ¿Es necesario el bautismo para la salvación? R. El bautismo es absolutamente necesario para la salvación, porque nuestro Señor ha dicho expresamente: Quien no renaciere de agua y el Espíritu Santo, no puede entrar al reino de Dios’”

 

Ahora dice la 17:

 

Catecismo mayor de San Pío X, Los Sacramentos, “Bautismo”, P. 17: “P. ¿Puede suministrarse la falta del bautismo de cualquier otra forma? R. La falta del bautismo puede suministrarse por el martirio, que se llama bautismo de sangre, o por un acto de perfecta caridad a Dios, o de contrición, junto con el deseo, por lo menos implícito, del bautismo, y esto se llama bautismo de deseo

 

Aquí vemos, que esto contradice a la 16, porque en la 16 afirma específicamente que el bautismo (de agua) es absolutamente necesario para la salvación, citando la Palabra de Dios, en la Sagrada Biblia, que claramente especifica que es a través de un RENACIMIENTO CON AGUA Y ESPÍRITU SANTO; la Biblia no menciona “sangre” o “deseo” alguno…Así que los “bautismos” de “sangre” y “deseo” son ficticios.

Veamos más contradicciones de ese “catecismo” atribuido a San Pío X:

 

Catecismo mayor de San Pío X, El Credo de los Apóstoles, “La Iglesia en Particular”, P. 27: “P. ¿Puede alguien salvarse fuera la Iglesia católica, apostólica, y romana? R. No, nadie puede salvarse fuera de la Iglesia católica, apostólica, y romana, al igual que nadie pudo salvarse del diluvio fuera del Arca de Noé, que era una figura de la Iglesia

 

 

Aquí dice lo cierto, pero sólo dos preguntas después dice:

 

Catecismo mayor del Papa San Pío X, El Credo de los Apóstoles, “La Iglesia en Particular”, P. 29: “P. Pero si un hombre por causas ajenas a la suya está fuera de la Iglesia, ¿puede salvarse? R. Si esta fuera de la Iglesia por causas ajenas a la suya, esto es, si él está de buena fe, y si él ha recibido el bautismo, o por lo menos tiene el deseo implícito del bautismo; y si, además, busca sinceramente la verdad y hace la voluntad de Dios lo mejor que puede, ese hombre está en verdad separado del cuerpo de la Iglesia, pero está unido al alma de la Iglesia y por siguiente está en el camino de salvación”

 

¿No ve usted que la respuesta a la pregunta 29, se contradice a la de la pregunta 27? En la 27 afirma el dogma, mientras que en la 29, ¡lo niega palabra por palabra! Así que, por favor, seamos serios, una cosa que es evidentemente contradictoria no puede ser cierta y el que hace eso, les está dando razón a los protestantes. Esto sólo demuestra, que ANTES del Vaticano II ya había herejes infiltrados en la Iglesia; pero todavía habían Papas y San Pío X, nada tuvo que ver con la aprobación de ese “catecismo” herético.

Usted dice:

 

“No puede hablarse aquí de que el dogma ha “evolucionado”, pues el concepto mismo de la palabra evolución implica la transformación o cambio de algo en otra cosa distinta. Aplicar este término a la doctrina cristiana implicaría caer en el relativismo de afirmar que algo que es verdad hoy puede dejar de ser verdad mañana, noción que ha sido rechazada por el Magisterio[9]. Lo que reconoce la doctrina católica como legítimo es el desarrollo de la doctrina cristiana, la cual es definido por la doctrina católica como el crecimiento en profundidad y claridad del entendimiento de las verdades de la divina revelación, pero permaneciendo inmutable la sustancia en el núcleo de cada doctrina.”

 

Bueno, usted lo ha dicho: NO hay evolución en el dogma católico, y entonces, ¡no se contradiga! NO existe salvación fuera de la Iglesia. Lo que usted cita del Concilio Vaticano I, pues, ¡me da la razón a mí! Yo digo que “fuera de la Iglesia no hay salvación”, pero eso contradice con los nuevos “entendimientos” que le quieren dar a las palabras los de la “Congregación para la Doctrina de la Fe” en 1973, que ¡vamos hombre, que hasta le cambiaron el nombre a la Santa Romana y Universal Inquisición! Y es porque los herejes odian a la Inquisición Católica, detestan la verdadera fe y buscar justificar sus herejías.

La supuesta “ignorancia invencible” es una mentira que usted (y muchos) se hace a sí mismo, para auto-convencerse de que alguien pueda salvarse estando fuera de la Iglesia. Esto es anti-bíblico, anti-magisterial y anti-cristiano. NO existe tal cosa como “ignorancia invencible” porque Dios ha revelado la verdad a las personas, comenzando por los Apóstoles; Dios fundó una Iglesia y la fundó para salvar almas, para que evangelizara a la gente, para que vayan misioneros por todo el orbe y anuncien la verdad del Evangelio. Si las personas se pudieran salvar fuera de la Iglesia, ¿entonces, por ejemplo, para qué los misioneros europeos se molestaron en evangelizar a los indígenas asiáticos, americanos y africanos (en las distintas épocas de conquista y colonización)? O sea, que según su modo de ver las cosas, el gran misionero San Francisco Javier, perdió el tiempo durante su vida; según usted sería mejor que se hubiese quedado en casa, en lugar de salir por el mundo—arriesgando su vida—para llevarle el Evangelio a la gente, ¿no es así? Sí, porque según su razonamiento, las cosas funcionan así…Según usted, los santos misioneros, perdieron el tiempo durante su vida… ¿Predicar? ¿Para qué? Si total, se van a “salvar por ignorancia invencible”…Eso según la fábula que se inventan los laxistas (como usted), acerca de la posibilidad de salvarse fuera de la Iglesia, pero usted sabe en el fondo, que la realidad es otra; en verdad, nadie se salva fuera de la Iglesia, porque Dios siempre provee los medios para que todos puedan salvarse. ¿Por qué entonces muchos indígenas americanos, por ejemplo, se fueron al infierno, durante tanto tiempo, antes de que los españoles y portugueses arribaran a América? Porque ellos pasaban cometiendo terribles pecados mortales y Dios no les reveló la verdad por eso, porque ellos eran malvados; ahora bien, si una persona era buena, viviese en cualquier lugar del mundo, por más recóndito que fuere, sin importar su nacionalidad o raza, y esa persona vivera obedeciendo la Ley Natural (esa que está impresa en nuestros corazones), entonces Dios le iba a mandar misioneros a esa persona, para que fuera bautizada y así pudiera salvarse…E iba a hacerlo de forma natural, o incluso sobrenatural, aunque viniese un misionero de alguna forma milagrosa, porque para Dios nada es imposible, ¿no? Entonces, no me venga con la excusa de la “ignorancia invencible” que Dios NO permite tal “ignorancia invencible”. Si Dios permite la ignorancia, es sencillamente, porque esa persona “equis” es tremendamente pecadora, porque es malvada, porque no merece ser salvada…Y así fueron muchos indios, asiáticos y negros, y muchos pueblos bárbaros, que vivían en el pecado mortal constante, en pura idolatría, adorando cosas inanimadas o animales o cualquier tontería…Ellos en el fondo de su corazón sabían que esas cosas no eran Dios, pero el pecado los cegaba, su dureza de corazón los cegaba…Aquél que pudiese darse cuenta de la estupidez de esa idolatría y que realmente buscara a Dios, y viviese bajo la Ley Natural, a esa persona, aunque fuera un bárbaro, Dios le iba a mandar un misionero para bautizarlo, no le quepa dudas. Pero oiga bien, NADA, NADA, justifica estar fuera de la Iglesia, y NADIE que esté fuera de la Iglesia puede salvarse.

 

[b style="mso-bidi-font-weight:
normal"]¿Qué pasa en tiempos anteriores a la venida de Cristo (eras pre-cristianas)?[/b]

 

Pues, ¿qué dice la Biblia? La gente se salvaba por la Vieja Ley, pero cuando Cristo vino, fundó la Iglesia e instauró el Santo Bautismo, las personas se salvan por la Nueva Ley, o sea, por el bautismo. Así de sencillo. Lo que decían los Padres de la Iglesia, ciertamente se referían a la Antigua Ley, así es lógico que Adán, Eva, Noé, Abraham, Moisés, David, etcétera, se salvaron, por la Antigua Ley…no por el bautismo. Y eso es porque no existía Iglesia Católica… ¿No se da cuenta usted de ese hecho?

Simplemente Dios todavía no había fundado la Iglesia católica; y además otra cosa…Antes de que Cristo falleciera en la cruz, descendiese a los infiernos y liberase a los justos del “seno de Abraham”, ¡la gente no iba al cielo!, sino que iban al Hades. Los justos, a una parte buena, pero se salvaron gracias a Cristo, obviamente, porque los liberó y encerró a Satanás en la parte más profunda del infierno (el Tártaro, como dicen los griegos).

Así que no hay vuelta, todos los que se salvaron, es gracias a Dios y no gracias a sus propios méritos. Antes de Cristo, se salvaban por la Ley de los Profetas, y después de Cristo, por el bautismo. Así que lo que dice Justino Mártir, en nada favorece a la opinión de que “la gente puede salvarse por ignorancia invencible”. San Justino Mártir NO dijo eso, ni tampoco lo dijo San Clemente de Alejandría, ni Orígenes, ni San Juan Crisóstomo, ni San Agustín de Hipona; esas citas que usted hacen no dicen lo que usted quiere que digan…

Si uno se atiene a la Santa Tradición y al Magisterio infalible de la Santa Madre Iglesia, en lugar de meras pseudo-tradiciones humanas; uno notará que en verdad, existe un único bautismo y esto ya puede verse en nuestro propio Credo Niceno-Constantinopolitano (que es EX CATHEDRA): “Confesamos [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]un bautismo[/b] para la remisión de los pecados.” Además, por ejemplo, el Papa Bonifacio VIII, en Unam Sanctam, del 18 de noviembre de 1302, EX CATHEDRA dijo: “Una sola es mi paloma, una sola es mi perfecta (…) Ella representa un solo cuerpo místico, cuya cabeza es Cristo, y la cabeza de Cristo, Dios. En ella hay un ‘[b style="mso-bidi-font-weight:normal"]solo Señor, una sola fe, un solo bautismo[/b]’ (Efesios 4, 5).” Esa bula por ejemplo, cita la Sagrada Biblia, cita el libro de los Efesios y deja bien en claro la Palabra de Dios, una Verdad bajada del cielo. Nada dice sobre los supuestos bautismos de “deseo” o de “sangre”….

Esos bautismos ficticios (de “sangre” y de “deseo”) son tradiciones erróneas de los hombres, es decir pseudo-tradiciones; y por más que se intente tergiversar las palabras de los Padres de la Iglesia, ellos en realidad fueron unánimes en afirmar que existe UN SOLO bautismo. Por ejemplo San Justino Mártir dijo:

“(…) Los llevamos a un lugar donde hay agua, y allí ellos renacen del mismo modo de renacimiento en que renacimos (…) en el nombre de Dios, (…) ellos reciben el lavatorio de agua. Porque Cristo dijo: [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]‘Si no renaciereis, no entraréis en el reino de los cielos’. La razón para hacer esto lo aprendimos de los apóstoles”[/b]

Aquí vemos que nada habla de bautismos ficticios, y lo mismo lo podemos ver en San Cirilo de Jerusalén, San Basilio Magno, San Ambrosio, San Gregorio Magno, etcétera.

 

 

[b style="mso-bidi-font-weight:
normal"]Respecto a la MENTIRA de la “salvación de los no cristianos en los primeros tres siglos”. [/b]

 

Pues bien, una vez Jesucristo instauró el bautismo y en Pentecostés fundó oficialmente la Iglesia católica, ya entró en vigencia esa Nueva Ley, y así entonces, para salvarse, es absolutamente necesario estar bautizado y punto. No hay posibilidad de salvación fuera de la Iglesia católica, guste o no, pero es así, porque así lo ha establecido Dios. En Marcos 16:16 dice bien clarito: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. [b style="mso-bidi-font-weight:normal"]El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará[/b]

Pues es eso, sin vueltas. Sin embargo usted tergiversa el Evangelio y dice:

 

“Estas palabras de Cristo sentencian la condenación para aquellos que recibiendo el mensaje evangélico lo rechacen apartándose de la verdad. Es en este contexto donde encontramos los textos de los primeros padres San Ignacio, San Ireneo de Lyon, Orígenes y San Cipriano, en los cuales  habla de personas excluidas de la salvación por estar fuera de la Iglesia, pero un examen cuidadoso de los textos y su contexto revela que se referían a aquellos a quienes juzgaban culpables de la separación, específicamente por pecados de herejía o cisma. No se puede encontrar referencia alguna respecto  a aquellos que no habían recibido el mensaje.”

 

Mentira, no es así, porque todos aquellos que estuvieran predestinados, iban a recibir el mensaje; y es mentira decir que San Ignacio, San Irineo, Orígenes y San Cipriano, fueran herejes que no creyeran en el dogma “fuera de la Iglesia no hay salvación”; ellos dijeron que el bautismo siempre es necesario para salvarse. Las citas que usted hace, como siempre, me dan la razón; ¡le dan la razón a la Iglesia! Esa Iglesia católica, en la que se nota que usted no cree…y hasta me parece que desprecia.

 

[b style="mso-bidi-font-weight:
normal"]Respecto a la MENTIRA de la salvación de los no cristianos a partir del siglo IV. [/b]

 

Usted dice que a partir del siglo IV, “la situación de la Iglesia comienza a cambiar”, pero eso no importa, pues la Iglesia siempre ha mantenido el mismo dogma y no ha evolucionado nada, y eso del evolucionismo son puras patrañas ya le voy diciendo y desde el punto de vista científico empírico biológico, ya le voy aclarando…

Usted dice: “Que algunos fueran excluidos de la salvación no era considerado, en ningún caso, como un designio arbitrario de Dios.” Esto es negar el dogma de la predestinación católica, pues quienes se condenan es porque:

1- No se bautizaron y por ende están fuera de la Iglesia.

2- Se bautizaron pero cayeron en herejía o apostasía, y por ende están fuera de la Iglesia.

3- Porque aun estando dentro de la Iglesia, cometieron algún pecado mortal y no se arrepintieron del mismo.

Por eso, es que la mayoría de la gente se condena; y usted está en el grupo 2 (lo del 3 no puedo saberlo) y de seguir así se condenará. Y precisamente la cita que usted realiza de Ambrosio de Milán, le da la razón a la Iglesia. Lo mismo con San Juan Crisóstomo.

San Agustín de Hipona, fue uno de los grandes defensores del dogma “fuera de la Iglesia no hay salvación”, muy relacionado al dogma de la predestinación católica; las tribus bárbaras alejadas del Imperio Romano, que no estaban con la fe católica, sin duda que se condenaban. Y no venga con “no pudo encontrar ninguna solución en cuanto a la posibilidad de salvación de aquellos que mueren sin el bautismo y fuera de la Iglesia”, porque quienes mueren en tales condiciones, sin duda, se condenan; y NO por culpa de Dios, sino por culpa de ellos, que no merecieron que Dios les enviara el mensaje cristiano—de algún modo, natural o sobrenatural—para que ellos pudieran recibir el bautismo y salvarse.

San Fulgencio dijo lo que él consideró correcto y Dios hace lo que tiene que hacer, que depende de su Soberanía; el problema es que me parece que usted cuestiona la Soberanía de Dios; y Dios ya sabe que mucha gente, no está interesada en salvarse, y efectivamente, Dios ya sabe de antemano, quiénes se va a salvar y quiénes no…No porque no exista libre-albedrío (como piensan los herejes calvinistas; ya antes, que usted me acuse de “calvinista”), sino porque Dios en su omnisciencia sabe muy bien quién es quién, nos conoce a cada uno de nosotros, más que nosotros mismos y Dios ya sabe de antemano, TODAS las decisiones que vamos a tomar.

Los niños que mueren sin el bautismo—por ejemplo los abortados—sin duda que se condenan, y en virtud de la misericordia de Dios, se supone que existe un lugar especial del infierno, donde los niños no sufren; tal lugar le llamamos “limbo de los párvulos”.

Santo Tomás de Aquino coincidía con San Agustín, pero Santo Tomás tuvo algunos errores, como otros santos y como algunos Padres de la Iglesia, pero en cosas que no pertenecen al Magisterio de la Iglesia, sino en simples opiniones comunes, como las que puede tener cualquier persona. Todos nos equivocamos, incluyendo los Santos y los Papas, pero la Iglesia NO se equivoca, porque la Iglesia es de Dios y Dios es perfecto. Así, Santo Tomás como hombre falible, dijo que “la carne de la Virgen fue concebida en pecado original” (en la Summa Theologica), lo cual es un error, pero él no fue hereje, porque él no sabía que eso era error. Eso es lo que técnicamente se le denomina “herejía material”, que en verdad no es herejía.

O sea que los Santos pueden equivocarse y los Papas también, pero sólo cuando los Papas hablan normalmente; pero cuando un Papa decreta algo EX CATHEDRA, es decir, con solemnidad, desde la Cátedra de Pedro, entonces eso es algo infalible, es una verdad bajada del cielo.

 

[b style="mso-bidi-font-weight:
normal"]Los indios del Nuevo Mundo que no se bautizaron, se fueron al infierno. [/b]

 

Usted cree que los indios del Nuevo Mundo (América) y que no se bautizaron, se pudieron salvar. Eso es una herejía.

Es mentira que ellos no conocían el Evangelio “sin culpa”… ¿Usted insinúa que la culpa es de Dios??? ¡NO, la culpa fue de ellos, por estar en pecados mortales! Pero llegamos aquí al punto más increíble de su obstinación en la herejía, cuando usted alega que es el protestantismo el que sostiene lo de “todos al infierno”. Esto es tremendamente falso; la Iglesia católica siempre ha enseñado que los que no están en Ella, se condenan. Usted es un hereje modernista, pelagiano y laxista, que toscamente confunde la predestinación doble calvinista (que es herética porque niega el libre albedrío) con la predestinación católica que coincide con el concepto de Divina Providencia.

Salteo un poco sus mentiras que me tienen aburrido y le digo que el Papa San León Magno, EX CATHEDRA, allá por el año 451, en el Concilio de Calcedonia dijo:

[b style="mso-bidi-font-weight:
normal"]“Dejad que preste atención a lo que el bienaventurado apóstol Pedro predica, que la santificación por el Espíritu se realiza por la aspersión de la sangre de Cristo [/b](1 Pedro 1, 2), y no dejéis que pasen más allá de las mismas palabras del apóstol, considerando que habéis sido rescatados de vuestro vano vivir según la tradición de vuestros padres, no con plata ni oro, corruptibles, sino con la sangre preciosa de Cristo, como cordero sin defecto ni mancha (1 Pedro 1, 18). Tampoco hay que resistir el testimonio del bienaventurado Apóstol Juan: y la sangre de Jesús, su Hijo, nos purifica de todo pecado (1 Juan 1, 7); y otra vez, ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Y quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Él es el que vino por el agua y por la sangre, Jesucristo; no en agua sólo, sino en agua y en la sangre. Y es el Espíritu el que lo certifica, porque el Espíritu es la verdad. [b style="mso-bidi-font-weight:
normal"]Porque tres son los que testifican: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres se reducen a uno solo[/b]
(1 Juan. 5, 4-. EN OTRAS PALABRAS, EL ESPÍRITU DE SANTIFICACIÓN Y LA SANGRE DE REDENCIÓN Y EL AGUA DEL BAUTISMO. ESTOS TRES SON UNO Y PERMANECEN INDIVISIBLES. NINGUNO DE ELLOS ES SEPARABLE DE SU VÍCULO CON LOS DEMÁS

 

 

[b style="mso-bidi-font-weight:
normal"]Caso Feeney y final. [/b]

 

El Padre Leonardo Feeney fue un gran sacerdote, que defendió el dogma católico de “fuera de la Iglesia no hay salvación” en contra del farsante de Cushing y ya en esa época puede verse como hasta el propio Santo Oficio, ya estaba infestado por herejes laxistas-progresistas. EL Padre Leonardo Feeney podrá haber sido un poco indisciplinado, pero él defendió la verdad católica.

El Conciliábulo Vaticano II es cismático; eso no es católico, es otra cosa, y usted es un relativista que se basa en “contextos históricos”. Usted dice que hay que apartarse del indiferentismo religioso, pero se contradice totalmente calificando de “rigoristas” a aquellos que simplemente defendemos el dogma tal como siempre lo ha enseñado la Iglesia de Cristo. NO existe tal cosa como la “ignorancia invencible”, usted lo único que hace es justificar el pecado, justificar al mal. Salga ya del camino de las tinieblas y vuelva a la luz de Cristo, que Cristo perdona y salva…Me da tristeza que alguien que dirige una página llamada “Apologética Católica” sea un hereje tan obstinado.

Le sugiero que piense bien antes de contestarme y le aclaro que yo no quiero faltarle el respeto, pero yo priorizo (¡debo hacerlo!) mi amor a Dios, ante que los respetos humanos.

Fuente: http://vsuis.forouruguay.net/t100p30-el-nuevo-antipapa-bergoglio-alias-francisco-i#817
Contexto: http://vsuis.forouruguay.net/t100p30-el-nuevo-antipapa-bergoglio-alias-francisco-i
Décima tercera y última parte de la refutación a Méramo (21):

Aquél debate con José Miguel Arráiz terminó así, por Facebook:

Fin del debate con José Miguel Arráiz
  Lord Stob el Mar Jul 09, 2013 2:18 pm
Yo le dejé la refutación y él se burló diciendo:

José Miguel Arráiz escribió:Eso es tan refutación como son las de los protestantes creyéndose más sabios que el Magisterio. La explicación del dogma ya la han dado los pontífices no yo, si no está de acuerdo con el artículo entonces cree estarlos refutando a ellos, y es otro cismático más que cree tener la verdad. No vale la pena leer más de un párrafo de la supuesta refutación porque ni siquiera es católico y no lo sabe.


Yo le contesté:

Yo escribió:
Ajá, sí claro y los elefantes vuelan (?). Es muy fácil burlarse del sedevacantismo, pero bueno, yo no le pido que me crea a mí, sino a la verdad del Evangelio y del Magisterio, pero del Magisterio de la Santa Madre Iglesia Católica, no el "magisterio" de su secta Vaticana II, que usted sigue.
He aquí la realidad en su cara: http://www.vaticanocatolico.com/canonizacion_juan_pablo_ii_anticristo.php
Pero lástima que usted no quiera verla, lástima que usted esté tan enceguecido que ni puede ver lo más obvio de todo: la profunda maldad de Juan Pablo II, que lo van a "canonizar"...Las canonizaciones son infalibles, usted ya lo sabe; esto prueba que lo que ud. sigue NO es la Iglesia Católica, ud. NO es católico, y yo no soy protestante, y como le demostré el protestante es usted. Usted no puede refutarme, porque usted dice mentiras que se las atribuye a los verdaderos Papas.
Bueno, yo espero que usted algún día recapacite, porque de seguir así, ud. sin dudas se condenará...Lo peor es que usted engaña a la gente, pero bueno, espero que con esta "canonización" falsa más gente abra los ojos. Que Dios lo ayude. Chau.

_________________
Como vemos él culminó el debate burlándose del sedevacantismo; por otro lado Basilio Méramo afirma ser sedevacantista, pero ¿cuál es la verdadera diferencia entre José Miguel Arráiz y Basilio Méramo? El primero sigue la secta del Vaticano II, mientras que el segundo no, pero en cambio, se inventa su propia secta herética que defiende los "bautismos" ficticios. Ambos son herejes, ambos NO son católicos.
Y ¿cuál es el resultado de todas estas herejías liberales, modernistas y laxistas? Pues bueno, lo estamos viendo con todo este clero podrido y degenerado del Vaticano II, con todas esas cosas horrendas que suceden, incluyendo el abuso sexual a niños...¿Por qué? Porque primero comienzan inventándose "bautismos" ficticios, para rebuscadamente negar el dogma "fuera de la Iglesia no hay salvación"; y ese error, como vimos comenzó de bastante antiguo, desde la Antigüedad misma y luego fue sobreviviendo por la Edad Media, Modernidad y llegó hasta el siglo XIX y hacia finales de ese siglo esa herejía se comenzó a expandir mucho, hasta que en el siglo XX la herejía ya estaba bastante extendida y se había infiltrado toda esa porquería herética en el clero (eso de la "ignorancia invencible" con sus "bautismos ficticios"), y ahora ya no más como antes "sólo los catecúmenos", sino que ya cualquiera, y eso llevó al siguiente paso: a la elección de Roncalli, y a la concreción del Gran Cisma del siglo XX, que fue el Conciliábulo Vaticano II. Y el laxismo, al ser tan malvado, lleva a cosas muy malas, como lo es la homosexualidad, que a su vez está relacionada con la pederastia; y ahí está la explicación de todos esos terribles hechos que todos conocemos...
Y todas esas cosas, llevaron a que la opinión pública, manipulada por la prensa judaica-masónica y progre, llegara a darle la razón a los protestantes, paralelamente a que el Vaticano II cada vez, se iba protestantizando más y más...Y entonces, los ateos proclamaron: "Jajaja...Pero entonces, esto prueba que nosotros siempre tuvimos razón, que la Iglesia es una farsa, porque en 1800 decían una cosa, y ahora dicen otra, tolerando a los protestantes...¿Entonces, cuál es la diferencia entre las religiones, si igual da lo mismo? Ergo, toda la religión es una farsa, y por ende, Dios no existe". Y los ateos, basándose en ese gran engaño del Vaticano II, por supuesto que no dejan de tener cierta cuota de razón; porque efectivamente, si Roncalli hubiese sido Papa legítimo y si el Vaticano II hubiese sido un Concilio verdadero, entonces en realidad, toda nuestra religión católica, sería una tremenda farsa; pero resulta que eso no fue así, que Roncalli NO fue Papa, sino un hereje masón (al igual que sus heréticos sucesores), y que el Vaticano II fue un falso concilio o conciliábulo, y que lo que ocurrió fue un gran cisma. Entonces, lo que en definitiva hace el Vaticano II, no sólo es darle la razón a los protestantes, cismáticos orientales, musulmanes, judíos, budistas, animistas y demás religiones falsas, sino ¡que también le están dando la razón a los irreligiosos o ateos! En cambio, la verdadera Iglesia Católica (que NO está en el Vaticano) NUNCA JAMÁS, le dará la más mínima razón a las religiones falsas ni tampoco a la irreligión, porque en verdad, FUERA DE LA IGLESIA NO HAY ABSOLUTAMENTE SALVACIÓN ALGUNA POSIBLE, ¡SIN EXCEPCIONES! 
Es decir, ¿qué estoy diciendo con todo esto? Estoy diciendo que tenemos dos grandes posibilidades, en cuanto a nuestra relación con Dios:
1- O somos creyentes (católicos), y la única religión es la cristiana (católica).
2- O bien, somos no creyentes, ateos o irreligiosos.
La segunda opción, es ilógica, como lo demuestro ampliamente aquí: http://vsuis.forouruguay.net/t141-pruebas-irrefutables-de-la-existencia-de-dios-de-la-inerrancia-biblica-y-algo-sobre-la-superioridad Complemetándose con esto aquí: http://vsuis.forouruguay.net/t12-refutacion-a-las-refutaciones-a-las-cinco-vias-de-santo-tomas-de-aquino
Por ende, no cabe la menor duda, que únicamente la primera opción es la válida; es decir, la opción verdaderamente cristiana.

Así termina entonces el Padre Méramo:

P. Basilio Méramo escribió:
Queda claro el sentido de la Iglesia sobre el dogma de fe: Fuera de la Iglesia no hay salvación, y que si es negado el bautismo tanto de deseo como de sangre se incurre en una herejía.
P. Basilio Méramo
Bogotá, 29 de Julio de 2013

Por más que él diga esa mentira, interpretando a su manera el dogma "fuera de la Iglesia no hay salvación", en realidad el hereje es él, y no nosotros, los verdaderos cristianos. Así que en conclusión: El Padre Basilio Méramo es MERAmente un hereje.
Referencias:

(1) Página "Mater Inmaculata": https://materinmaculata.wordpress.com/2014/07/05/neomovimientos-iii-dimond-ismo/
(2) Idem 1.
(3) Papa León XIII, Satis Cognitum, numeral 17.  
(4) Idem 1. 
(5) Papa Pío IX, Constitución dogmática Dei Filius, capítulo 3, parágrafo 4. Puede leerse el texto completo aquí: http://www.conoze.com/doc.php?doc=2942
(6) Papa Pablo III, Concilio de Trento, can. 2 sobre el sacramento del bautismo, sesión 7, 1547; Denzinger 858. 
(7) Idem 1.
(8) Idem 1. 
(9) Lord Stob, Foro V SUIS, "Refutación de los bautismos ficticios", refutación al padre Basilio Méramo; disponible aquí: http://vsuis.forouruguay.net/t219p15-refutacion-de-los-bautismos-ficticios
(10) Idem 9.
(11) Idem 9.
(12) Idem 9.
(13) Idem 9.
(14) Idem 9.
(15) Idem 9.
(16) Idem 9.
(17) Idem 9.
(18) Idem 9.
(19) Idem 9.
(20) Idem 9.
(21) Idem 9. 

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